Ver la cocina hecha un desastre sólo aumentó mi ansiedad y provocó mi frustración. Sólo quería hacer un licuado, ¿cómo se le va a salir la tapa?
Hasta mi cabello tiene merengada de fresa.
Escuché a Al reírse y no pude evitar mirarle con rabia. El hecho de que no pueda tocar nada material, causó que mi enfado incrementara. ¡Ni siquiera podía decirle que me ayudara a limpiar!
—Eres un amargado, ¿desde cuándo te ríes tanto?
«Vi algo que pasará en el futuro de alguien, no me prestes mucha atención» respondió con tranquilidad.
Decidí no volverle a preguntar. De igual manera, no me respondería. Respiré hondo y comencé a limpiar todo el desastre. Guardé lo poco que había salvado de la bebida y traté de dejar todo impecable.
Cuando iba al baño a darme una ducha, la puerta sonó. Solté un chillido lleno de frustración. Recogí mi cabello algo pegajoso en un recogido y fui hasta el recibidor.
Por alguna extraña razón, la ansiedad se fue en cuento abrí la puerta. Fruncí el ceño y los observé.
Lili estaba junto a dos hombres, uno un poco más alto que el otro. Rápidamente, pude deducir quién era Patricio pero al otro chico, no lo pude reconocer del todo.
—¿Qué te pasó? —interrogó Lili.
—Había olvidado lo horrible que soy en la cocina.
Me hice a un lado para que ambos ingresaran. El más bajo, fue el primero en pasar, luego le siguió Patricio, que hasta ese momento no había dejado de mirarme. No me incomodaba que lo hiciera, pero sí me inquietaba.
Agradecí a Lili, que me entregó una bolsa negra pequeña. Podría imaginarme qué era ya que Frank me había mencionado que había encontrado la muñeca de Priscila.
Cerré la puerta.
—Iré a lavarme el cabello, pónganse cómodos mientras vuelvo —comenté dándoles la espalda.
—Yo no vine aquí por ti, así que me da igual el nido que tienes en la cabeza.
Su voz, me estremeció. No comprendía lo que sucedía, y la aura amarillenta de Al, sólo me confundía más. ¿Por qué estaba feliz? Aunque más bien parece que está divertido.
Cerré los ojos con fuerza y dije las palabras adecuadas para ver los hilos que nos unían. Con el chico, era uno amarillo, así que puedo suponer que seremos amigos, tal vez; además de otro color gris blanquecino, por tanto, lo conozco de una vida pasada. Pero mi sorpresa fue grande cuando no tenía ningún hilo que me unía a Patricio.
Eso era imposible.
En cuanto conoces a una persona, aunque sólo tenga una misión momentánea en tu vida, hay un hilo. El azul es para los conocidos pero... con él, no hay nada. Ni siquiera hay uno negro que diga que nosotros no nos debíamos conocer o que terminaríamos cortando lazos.
—Yo tampoco te invité a mi casa, así que cállate y siéntate —espeté. Nos observamos por un momento, desafiándonos, hasta que decidí cortar el contacto y dirigirme al cuarto de baño.
Dejé la bolsa en la cama y, rápidamente, me di una ducha y me vestí con un short pegado que me llega cuatro dedos encima de la rodilla y una camisa holgada. Salí de la habitación con el cabello suelto para que se secara.
Al había desaparecido, Li y Jo aún no volvían y comenzaba a preocuparme.
—Ya te dije que yo tampoco lo entiendo, Froylán. No la conozco, sólo sé que es algo rara.
—Bueno, quien está en casa de una desconocida que contactó por celular, no soy yo —comenté encarándolo. Él frunció el ceño y yo me senté frente a ellos tomando un cojín entre mis brazos.
—¿Puedes explicarme qué está pasando? —interrogó Froylán.
—Me llamo Matza, soy una conocida de Priscila y sé qué está ocurriendo con ella —respondí a quien creo identificar como Bradford—. La situación en la que está es muy complicada... Y poco creíble.
—¿Por qué no recuerda a nadie? —preguntó Patricio esta vez. Ya no se oía desafiante sino preocupado y algo confundido, y escucharlo de esa manera, me entristeció.
¿Qué mierda me está pasando?
—¿Quién es él? —Señalé a Froy.
—Ex-novio de Priscila.
Li y Jo llegaron notando a las visitas que tenía. Su vestimenta era morada, mostrando su confusión ante la situación.
—Necesito salir de dudas.
Sabía quién era, pero quería que Li me lo confirmara, y no podía preguntarle directamente al encontrarme acompañada. Me levanté y caminé hasta Bradford, tomé su rostro y lo besé. Sentí que el corazón se me estrujaba. No pude evitar pensar en Greg y en Dylan, y sentir algo de rabia hacia mí y al hilo que me unía a ese desgraciado.
El beso fue rápido pero lo suficiente para escuchar dos exclamaciones.
—¡Pero qué haces! —espetó Patricio. Su noto volvió a ser irritante, parecía molesto, lo cual encontré comprensible; es decir, él no vino para ver esto.
«¡Por qué besas al portador del alma de Bradford, Matza!» reprendió Li. Jo se había quedado estático.
Li se acercó y, por impulso, posó su mano en mi hombro, atravesándome y causándome un escalofrío. Ignoré lo que hizo Li.
Froylán tenía los ojos muy abiertos, me miraba con sorpresa y extrañeza. También se había quedado estático. Mientras, Patricio, se había levantado de su asiento, y me pude percatar que sí estaba enojado por la mirada que me lanzaba.
Sonreí y comencé a dar saltitos.
—¡Eres el hilo de Priscila! —chillé abalanzándome sobre el chico, abrazándolo. Sentí unos brazos rodearme, causando que me estremeciera.
Patricio me miraba con el ceño fruncido en cuanto me soltó por alejarme de Froylán. La manera en que me miraba y la cercanía que teníamos, me hacía continuar cuestionándome qué mierda estaba ocurriendo conmigo.
—No estés celoso, puedo abrazarte también —Antes que lo impidiera, pasé mis brazos por su torso y entrelacé mis dedos en su espalda.
Pude sentir que se tensaba al instante bajo mi tacto. Quise soltarlo, porque mi mente me recordaba constantemente con quien me encuentro atada desde mi vida pasada, pero... a pesar de ello y del dolor en mi corazón, no pude hacerlo.
Nos quedamos con la mirada fija el uno con el otro cuando en un intento fallido traté de alejarme de él.
—¿Puedo preguntar qué está ocurriendo? —Escuché a Bradford.
—Eres el hilo rojo de Priscila —respondí sin apartar la mirada, mientras mi mente maquinaba qué causaba Patricio en mí y por qué no tenemos un hilo—. Ella ha sido víctima de un conjuro que la enlazaba con otra persona cuando ella ya estaba destinada —Tragué saliva y, con cuidado, me separé de él para mirar a Froy—. Destinada a ti.
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El beso del olvido [Libro II]
Romans«No creo terminar siendo más infeliz de lo que ya soy» Luego de una vida pasada catastrófica, Matza se prometió no cometer los mismo errores. Sabía que en algún momento, ella volvería a cruzarse en las vidas de aquellas personas, donde deberá proteg...