—Me estaban presionando para decirlo —respondí sorbiendo mi nariz—. Me dijeron que si hacía lo que me decían, era mejor para mí.
—¡Objeción, su señoría! ¡Está mintiendo!
—Denegado —respondió el hombre con expresión aburrida—. Señor Green, le recuerdo que ahora se encuentra en su papel de civil y parte acusada, no como abogado.
«Sigue llorando, Matza.»
El recordar mi vida pasada, siempre me es trágico, pero ahora me resulta beneficioso para tener facilidad a la hora de llorar. Las llamas consumiéndome, los gritos ensordecedores pidiendo mi muerte, aquella mirada llena de satisfacción y todo el dolor que generó mis últimos momentos de vida.
Comencé a llorar cubriéndome el rostro con las manos, ignorando todo a mi alrededor. Estos son los momentos que utilizo para sufrir y sentir el dolor de la traición. Desde que recordé todo y me vi en la posición en que me encontraba, decidí que él no merecía mi agonía y no me permitía llorar.
Pero algunas veces es bueno hacerlo. Hay que quitar el tapón para vaciarse un poco.
—¡Deja de mentir! ¡Estás loca!
—¡Y tú debías defenderme pero se te hizo más fácil que me culpara! —exclamé.
«Matza, te estás dejando llevar de más» comentó Al acercándose más pero sin llegar a tocarme. «Cálmate y respira».
Su aura estaba de un gris muy pálido, casi blanco, bastante calmada para la situación en la que me encuentro. Ni siquiera lo miré, sólo respiré hondo y comencé a limpiar mis lágrimas que no se detenían. Debía calmarme un poco.
—Por las pruebas suministradas y con la declaración de la ahora víctima, es hora de deliberar —El juez levantó su martillo y lo golpeó con su mesa.
Un policía me sacó de la sala y me dejó en una celda para evitar que escapara mientras los testigos hablaban entre ellos.
Al y Jo me acompañaban mientras Li se quedaba en el hospital vigilando a Priscila. Aún no la veía porque, por lo general, estaba inconsciente, pero eso no impedía que la imaginara y me sintiera mal por ella.
Jo me decía que no me culpara, pero era difícil teniendo en cuenta que, si yo no hubiera aparecido en su vida para cuestionarla, sería infeliz pero, al menos, no estuviera hospitalizada.
Mi rabia hacia Greg sólo incrementaba. ¿Cómo podía golpearla de tal manera si decía amarla desde hace décadas? Ella ni siquiera le pidió estar a su lado y ahora está grave en la clínica.
Apreté mis manos sobre mi regazo, dejando que algunas lágrimas se deslizaran por mis mejillas. En este punto, ya no lloraba por lo que viví aquella vez, sino por lo que estoy viviendo y no puedo controlar.
Estaba confiada en que me liberarían, Al ya me lo había confirmado. Pero no podía evitar sentirme algo estresada. No estaba haciendo nada para ayudar. Greg se movía con libertad y él no tiene derecho a imponerse ante la vida de Diane.
Ya no importaba que no me quisiera, lo había aceptado con mucho dolor, pero que esté haciendo todo esto sólo por capricho, me parece peor lo que está haciendo Dylan, que lo que hizo Greg.
Al cabo de unos minutos, volvimos a la audiencia y como había dicho Al, ahora soy inocente. Iban a dejarme libre pero decidí volver al hospital para recoger mis cosas y revisar el estado de Priscila.
—¿Entonces, te vas? —interrogó Frank.
Me entregaba mis pocas pertenencias en compañía de Lily y el director del psiquiátrico.
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El beso del olvido [Libro II]
Romance«No creo terminar siendo más infeliz de lo que ya soy» Luego de una vida pasada catastrófica, Matza se prometió no cometer los mismo errores. Sabía que en algún momento, ella volvería a cruzarse en las vidas de aquellas personas, donde deberá proteg...