II

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«Matza, deja de bailar» comentó Jo. «Así creerán que estás más loca.»

Lo ignoré y seguí en lo mío. En el salón, estaba compitiendo en un concurso de baile con Marshall donde Cindy, Joe y la condesa Charlotte IV eran los jueces. Quien ganara, estaría en el cuadro de los mejor portados y obtendría un llavero hecho con Cindy, lo cual me resulta raro porque ninguno de nosotros tiene llave.

Las canciones cantadas por los mismos jueces, pararon y la condesa Charlotte IV decidió que era el momento de deliberar.

«Matza, debemos irnos. Priscila está buscándote.»

Miré a Al y asentí.

«Iré a distraer a Lily antes de que llegue Li y me lo ordene» espetó Jo mostrando el color rojizo. Estaba molesto.

Jo siempre está molesto. Me pregunto por qué será.

De los tres, él es el que más brillaba. Fue el que murió más recientemente, por lo tanto, era el que más vida tenía. Es lamentable que siempre esté de mal humor.

El vacío de su cuerpo eran muchos trazos en todos su cuerpo. ¿Tal vez eran las venas? ¿Murió por algo en la sangre? ¿O serán nervios y no venas? También hay un vacío que no me deja saber si es el corazón o el estómago. ¿Quizá fue envenenado?

Ahora que lo pienso, tal vez sea eso lo que lo tiene tan amargado. Su muerte no debió ser muy linda, hay tantas partes involucradas en su cuerpo que es complicado saber su fallecimiento no predestinado.

Escuché los gritos de Gary desde su habitación. Tendré que hablar con Jo para que deje de utilizarlo para las distracciones. Sé que es el más susceptible entre todos los pacientes, pero no puede utilizarlo cada vez que quiera.

Salimos de la sala de recreación y me dejé guiar por Al. Jo venía detrás de nosotros.

Al llegar a uno de los pasillos, vi a Priscila. Vestía de una combinación de azul y violeta. Noté como comenzaba a doblarse y rápidamente caminé hacia ella, causando que se sujetara de mí.

«Esto no es diarrea» comentó Jo.

«Greg está utilizando un muñeco vudú» mencionó Al.

Maldije por lo bajo mientras deseaba que se le pasara el dolor. Esperaba que Dylan no la hiciera agonizar.

-¿Priscila? -comencé a hablarle- Dime qué sientes.

No recibí respuesta.

-Maldito Greg de mierda -espeté-. Donde te vea, te golpeo.

Coloqué una mano en su espalda y otra en su pecho.

-Necesito su ayuda.

Jo y Al también hicieron lo mismo y comencé a recitar una oración en latín sobre sanación y liberación espiritual. Al cabo de unos minutos, la vi recomponerse.

-Definitivamente, debo salvarte para salvarme -dije. Llevó una mano a su cuello y me miró.

-Estaba buscándote.

Sonreí y la ayudé a erguirse para tomar su brazo y comenzar a caminar.

-Lo sé, mis amigos me lo dijeron -comenté-. Por eso te vine a buscar. Frank no está aquí y pude escaparme de Lily.

Al volver al salón, la condesa Charlotte IV me hizo una seña para que me acercara. La verdad, me agradaba más la rectitud y seriedad de la condesa que el llanto interminable de Mimi. Agradecía que Charlotte era más dominante y no dejaba que Mimi viera la conciencia. A sus demás personalidades, no las conocía aún.

El beso del olvido [Libro II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora