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Al día siguiente, bajé las escaleras con ayuda de mi bastón y antes de irme al parque decidí hablarle a mamá para que me ajustara el reloj en la hora correcta.
-Mamá -la llamé, una vez sentí que mi bastón había tocado el suelo del primer piso.
-¿Sí, cariño?
-¿Me das la correa de Hank?
-¿Vas al parque otra vez? -me preguntó, completamente extrañada.
Ella era consciente de que yo no era muy fan de salir al "aire libre" a pasear, así que era algo nuevo verme entusiasmada por ello.
-Sí -le respondí.
-¿Y eso? No es normal en ti ir dos días seguidos.
Por el tono de su voz, supe de inmediato que estaba empezando a formular ideas en su retorcida mente, así que quise alejar esos pensamientos malévolos y me encogí de hombros.
-No lo sé. Simplemente quiero ir.
Ella pareció pensarlo durante algunos segundos, cuando finalmente pude escuchar el sonido de una taza siendo golpeada contra la mesa y luego el crujir del piso cuando era golpeado por sus tacones.
-Está bien, ya te la doy.
Yo le sonreí agradecida y después de escuchar bastantes de sus pasos, ella llegó hasta mí y me entregó la correa, ya atada, claro está.
-Aquí tienes, cariño.
-Gracias.
Cuando escuché como tomaba sus llaves e intuí que ya se iba a marchar al trabajo, yo recordé mi objetivo principal esa tarde y logré que volviera a caminar hacia mí.
-Mamá, espera. Una cosa más.
-¿Sí?
-¿Podrías arreglar mi reloj?
-¿Tu reloj?, ¿Qué tiene tu reloj?
-La alarma en la hora incorrecta.
Tras unos segundos en silencio, escuché cómo suspiró, volviendo a sentarse en la silla del comedor.
-¿Cómo te diste cuenta?
-Solo pensé que si estaba anocheciendo tal y como tú lo decías, la temperatura debía bajar un poco, pero seguía haciendo un horrible calor -me encogí de hombros y tendí hacia el frente el reloj de pulsera.
Ella lo tomó y varios pitidos empezaron a sonar.
-Cariño -empezó-, no es lo que tú crees...
-Mamá, tranquila. Sé que no lo hiciste con mala intención.