X. Is it love? [Final]

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Clávame tus palabras.

No puede dormir y el oxígeno en su habitación parecía estar abandonándolo con cada segundo que pasa. Las paredes se le echan encima, la respiración calmada de Abigail a su lado le ha comenzado a resultar molesta. Se siente más despierto que nunca, con los ojos bien abiertos y el oído agudizado. Se levanta sin hacer ruido, coge su paquete de cigarros y sale al porche de la casa. Debería de estar descansando, mañana es su gran día, mañana es su boda, mañana todo se formaliza. Entonces, ¿por qué siente esa inquietud en su interior? Quiere dar el paso, quiere hacerlo, fue idea suya y sin embargo tiene una encrucijada en su cabeza que no le deja pensar con claridad. Si Margaret no hubiese aparecido no estaría asfixiándose en las dudas; si no hubiese probado lo prohibido estaría seguro de lo que va a hacer, cómo lo estaba hace unas semanas.

No le eches la culpa a ella.

No, claro, él es responsable de sus actos, no Maggie. Es él quien debería de haberla parado los pies, quien debería de haberse abstenido de tocarla, de corresponder a algo a lo que tenía que haber echado freno. Debería de haberse mantenido el resto de la vida con la duda en la cabeza de a qué sabía Margaret, cómo es tenerla tan cerca, cómo es sentirse dentro de ella y sentir su tacto quemándote la piel. Sí, tal vez lo más inteligente hubiese sido seguir ignorando un montón de cosas que ahora no le dejan descansar en paz, qué le recuerdan su adolescencia y le hacen sentir diferente.

Maldita sea, Marston. ¿Cuántas veces más tienes que cagarla?

Parece que siempre hay lugar para otra cagada más.

Ve luz en el establo, en la zona superior. Suspira, echando el aire poco a poco, se imagina quién está ahí, no hace falta que nadie se lo diga y ni siquiera se preocupa por si tienen un intruso. Cierra los ojos mientras echa el humo de su última calada. Lo más adecuado sería darse la vuelta, volver a la cama, abrazar a su futura esposa y quedarse dormido. Pero es John Marston y meterse en problemas es lo que mejor se le da desde que era un crío. A la mierda, tampoco va a pasar nada por hablar con ella. Pone rumbo hacia el lugar y una vez dentro la escucha fumar, no la ve pero sabe que está ahí arriba. Lo sabe porque huele su rastro, su olor. Su esencia impregna todos los lugares por los que pasa.

– ¿Prefieres dormir con el olor a mierda de las vacas?

Escucha su risa, floja, bajita para no despertar a nadie más.

– Sube, Marston.

Él sólo obedece. Antes de comenzar a subir las escaleras coge aire e intenta mantener la mente clara, los sentimientos cada uno en su lugar correspondiente, las emociones atadas. Sube. La ve sentada sobre unas cajas, cerca de la ventana, con su camisón blanco levantado mostrando sus muslos, una coleta hecha con prisas, el cigarro entre sus dedos y el cansancio maquillando su rostro. Cree que ha estado llorando, no, podría poner la mano en el fuego asegurándolo. Le mira y sonríe. Mierda, deja de sonreírme así.

– He tenido un... –no sabe bien cómo definirlo–, ¿sueño? Creo. Tal vez era una pesadilla, no lo sé.

Se toca los labios, nerviosa, recordando el tacto tan real de Arthur en sus manos. Sus brazos cubriéndola. John se acerca a ella, no demasiado, se queda de pie a una distancia prudencial.

– ¿Qué pasaba?

Margaret suelta una risa gutural, sin gracia. Desvía la mirada hacia algún punto del establo, a algún lugar que no sean los ojos de John o su cara porque sino no será capaz de hablar, de sincerarse y cree tener que hacerlo. Cuando se ha despertado, bañada en lágrimas, ha tenido que salir casi corriendo de allí, tomar aire fresco o iba a ahogarse.

But There's Also Love And Beauty (Cara A) II Arthur MorganDonde viven las historias. Descúbrelo ahora