"Estaba mal.
Pero, ¿Dónde estaba realmente lo malo cuando jamás se había sentido tan vivo como en ese momento?
Buscaba en sus ojos la respuesta, en su piel suave y tersa, en el largo inmaculado de sus pestañas, en el arco naso de sus labios; pero...
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Había pensado todo el día en ello. Aún si en su clóset no contaba con tanto ya que era alguien que no se preocupaba mucho por eso, tenía lo básico y aún si podía costearse más cosas, sentía que era un gasto innecesario porque precisamente no salía, no iba a fiestas ni eventos importantes a excepción de sus hijos o algo parecido. No tenía a quién impresionar tampoco. Así que, ¿Qué importaba?
Bueno, ahora lo hacía y mucho.
Por lo que sí, no sabía que ponerse para la cita con TaeHyung.
Ese chico, Dios, lo traía tan loco. ¿Él enamorado? Uff, ni siquiera se lo creía. Pero lo estaba, le gustaba, para qué negarlo y no negaba la idea de que le emocionaba salir con él a esa dichosa cita de la que su menor no paraba de hablar. Encubriendo todo colo si fuesen 'amigos', vaya, de dónde habían sacado semejante sandez si era obvio que se atraían, se gustaban, a más no poder.
TaeHyung le dijo que no se preocupara por nada, él llevaría todo los necesario para desgastar y demás, tan solo pusiera su camioneta para llegar al lugar.
Habían acordado ese día para ir a la playa y admirar el atardecer, pasar un momento juntos mientras de gustaban algún aperitivo y buen vino. Sin embargo y a diferencia de los otros días, esa mañana TaeHyung no mencionó absolutamente nada de su pequeña salida, quizá traía muchas cosas en mente, quizá tenía demasiadas ocupaciones. De todos modos la hora se estaba llegando.
Suspiró con amargura después de menear su clóset al derecho y al revés, decidiéndose al fin por sus clásicas botas, un pantalón de mezclilla ancho, camisa de resaque blanca y encima una de cuadros negra y blanco, un par de collares, perfume y peino su cabello un poco. Era lo mejor que podía hacer, ¿Estaría bien? No se veía mal según él en el espejo, además no era como si fuesen a ir a un restaurante lujoso, solo temía no agradarle al menor quien siempre iba bien vestido aún si anduviera en pijama. Siempre se preocupaba por su imágen.
Suspiró resignado, pero no había más nada que hacer.
Miró el reloj sobre la pared, eran las 5 y treinta de la tarde. Por lo que le había dicho Jimin, la playa quedaba a unos quince minutos de alli, por lo que era buena hora para pasar por Tae y partir a la cita.
Tomó sus pertenencias, las llaves de la camioneta, unas cosas que llevaría y salió en busca del menor. No sin antes ir hacía el vehículo para de una vez dejar en la caja las bolsas que llevaba y ese buen vino que había reservado hacía días para un a ocasión especial. Vaya, estaba contento, ¿Quién lo diría?
Pero, se quedó parado a medio camino. No hizo falta llegar hasta donde estaba estacionada su vieja Chevrolet para divisar que todas las llantas de la misma estaban sin un poco de aire. Sin poderlo creer se acercó y dejando las cosas de lado sobre el suelo se inclinó para ver mejor. Había orificios claros en el caucho producto de algún arma blanca.
Aquello había sido adrede y ya sabía quién lo había hecho. La ira lo invadió entero de repente, una inconmensurable y que pocas veces en su vida había sentido. Quizá la gota que derramó el vaso, y entonces vió negro. Cuando delucidó ya estaba delante de la puerta de TaeHyung y tocaba sin medir fuerza a puño cerrado que sí por el fuera tiraba la puerta y sacaba a ese malcriado del rincón que fuese, le importaba una mierda.
