¿Y cuándo va a ser el momento?

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De un momento a otro la noche se torció, pasó de estar bailando sin preocupaciones a estar ahí en el calabozo esperando a que vengan a buscarla. Todo le da vueltas por lo que está recostada contra la dura cama. Había salido a celebrar con Michelle que en unos días volvía a incorporarse al trabajo. A ella no le apetecía, pero terminó dándose por vencido por su insistencia. La noche empezó a torcerse cuando pasó de la quinta copa. Maya sabía que tenía que parar, pero siguió.

¿Estaba aquí por su culpa? Pues no. Un idiota trató de ligar con ella, lo rechazó, pero el hombre insistió a tal punto que forcejeo con ella para obligarla a bailar. Michelle lo empujó con tan mala suerte que el hombre se cortó con una copa tras caer al suelo. El hombre se levantó abalanzándose contra la morena. Maya se interpuso en medio y antes de que sucediera algo más apareció la seguridad del local. Maya mintió diciendo que ella había sido quien lo había empujado tras intentar forcejear por lo que la policía se la llevó a ella en vez de la morena. Ella miraba a Michelle seriamente y le murmuró que no dijera nada ya que podía estar en juego su plaza ya que aún no era oficialmente bombero.

Así que ahora vuelve a mirar al techo, aunque ahora ya no es el de su casa. No está preocupada ya que varias mujeres respaldan que ese hombre había estado molestándolas también. Sin embargo, tuvo que ir hasta la policía para dar constancia del hecho y esperar a que estuviera en condiciones para poder irse. Lo que no se esperaba es que Michelle estuviera tan preocupada que llamara a Andy para que supiera lo que pasó. Así que antes de caer rendida en esa incómoda y sucia cama escucha la puerta del calabozo abriéndose.

–Han venido a buscarte –le explica el policía al ver su cara de desconcierto.

Maya imagina que Michelle estaba preocupada y que habrá insistido a los policías en que ella se haga cargo, pero pensando lo igual de afectada que estaba por el alcohol le extraña. Se levanta apoyándose en la cama para no caerse. Los últimos chupitos están empezando a hacer efecto. Agradece que no le reconozcan los policías como la capitana.

Cuando sale, los primeros ojos que encuentra son los de Carina. Su rostro cambia inmediatamente y parece que por un momento recupera la ebriedad, pero sus coordinación le recuerda que no es así. Camina vagamente junto al policía quién le devuelve sus pertenencias y le explica un poco sobre el proceso de la denuncia. En todo momento, evita mirar donde está su mujer, pero sabe que está justo detrás. Lo sabe porque huele su perfume. Trata de entender cómo es que ella está ahí. El policía termina y ella sale con Carina pisándole los pies.

Según cruza la puerta de la oficina de policía, Maya encara a Carina.

–¿Qué haces aquí? –pregunta Maya en un tono neutral.

–Michelle apareció en casa de Andy. Ella quería venir, pero le dije que yo vendría.

–Pues ya puedes irte –le dice Maya dándome la vuelta.

Carina la agarra del brazo obligando a volver a girarse. Maya la mira enfadada.

–¿Has tenido algo con Michelle?

–Ya no es tu asunto.

–Si estás tratando de hacerme daño, te aseguro que estás dando en el clavo.

–No soy tan mezquina.

–¿Tú crees? –pregunta Carina de forma irónica.

Maya se queda callada, observa a Carina. Se fija en su silueta, ha bajado de peso. Su pelo está recogido en una moño desordenado. ¿Se está pasando? Si lo piensa, una parte de ella, aunque pequeña disfruta que esté pasando mal.

–Estoy borracha. No creo que sea el momento de que hablemos nada.

–¿Y cuándo va a ser el momento? –pregunta Carina perdiendo la paciencia–. Llevo unas semanas viviendo en casa de tu prima para dejarte tiempo, pero no puedo seguir así. Le está afectando a nuestro hijo.

–No lo sé.

–Sé que me equivoqué, que no debería haberme ido y menos no darte señales de vida. Lo siento, de verdad –solloza la morena.

–No puedo hacer esto ahora –sentencia Maya dándose la vuelta y echando a caminar rápidamente.

–Maya, por favor –grita Carina a lo lejos.

La morena la observa alejándose. Cada paso más parece un mundo. Está aterrada ante la idea de perderla. Solo tiene a su hijo y a ella. Se queda allí hasta que la rubia desaparece entre las calles. Camina, deambulando hasta que llega a su coche. Se sube en él y escucha su móvil sonando. Lo coge inmediatamente por sí es Andy preocupada.

Maya:

Solo dame tiempo.


Y a Carina por ahora le basta. Le da una esperanza que antes no le quedaba. 

Su encanto tan sencillo. Segunda parte. (Fanfic Marina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora