El silencio se había vuelto normal en el trabajo de Maya, tras lo ocurrido las miradas incomodas o las conversaciones escuetas era lo que vivía cada día. Sabia que sus unidad no confiaba en ella. Apostaba que no dejaban de pensar que era tan fría como para dejarles morir sin ningún remordimiento. Pero eso no era así, cada vez que tenía que empezar un turno, su cuerpo temblaba por el miedo a tener que volver a tomar ese tipo de decisiones y cuando salía del trabajo, extrañamente sentía un alivio que nunca había sentido con anterioridad.
Maya deja aparcado en su garage la moto y sube por el ascensor, anhelando entrar en su hogar y olvidar sus temores. Cuando entra, ya su hijo Andrew está corriendo hacia la puerta para recibirla, Maya no puede evitar que su sonrisa aparezca tras abrasarlo con fuerza y oler su pelo rizado.
-Hola mamá -saluda a su madre emocionado.
-Hola bambino, tú no deberías estar ya en tu camita. -Examina a Carina por el rabillo del ojo, a esperas de que ella le responda.
-Estaba esperando a que le dieras su beso de buenas noches -explica Carina, quién sigue sentada en el sillón concentrada en el portátil.
-Vamos a acostarte -decide Maya llevando a su hijo hasta su cuarto.
Lo deja lentamente en su cama, y lo tapa como siempre, prestando atención en que esté bien tapado para que no pase frío durante la noche.
-Mamá, ¿porqué estas triste? -pregunta Andrew.
-¿Yo? -pregunta Maya, sin saber que más decir. No entiendo como su hijo se ha percatado de su estado de ánimo, pero en parte le duele porque no quiere ser de ese tipo de persona que se lleva el trabajo a casa.
Andrew solo asiente y Maya le deja un beso en la frente en un intento de buscar más tiempo para responderle.
-Solo ha sido unos días complicado en el trabajo, pero ahora que estoy aquí contigo vuelvo a estar feliz -dice mientras le acaricia el rostro delicadamente-. Ahora a dormir.
Maya enciende la pequeña luz del cuarto de su hijo para por la noche y cuando su hijo cierra los ojos sake del cuarto, cerrándolo tras ella.
Camina hasta el salón donde Carina sigue absorta en lo que ve en el portátil. Maya se sienta a su lado y le besa la mejilla.
-¿Qué tal el día? -pregunta Maya.
-Bien, Andrew ha estado extrañamente tranquilo por lo que he tenido tiempo para mirar varias casas -dice Carina, sin apartar la mirada del ordenador.
-¿Casas? -pregunta Maya sin esperarse esa respuesta.
-Sí, ya lo habíamos hablado que tendríamos que empezar a mirar otro lugar donde vivir antes de que tú empieces con el proceso.
- Sí, lo sé. Es que he estado tan agobiada últimamente, han sido muchos cambios en el trabajo. Y no sé...
-¿Vas a cambiar de opinión ahora? -pregunta Carina mirando seriamente a Maya.
-No, solo necesito un poco de tiempo para poder asimilar todo.
-Si, no es por una cosa es por otra, siempre tienes excusas para anteponerlo.
-No es eso.
-¿Entonces?
-Las cosas no van bien en el trabajo, mi unidad no confían en mí después de lo sucedido. Yo solo necesito unirnos antes de que tenga que irme de baja porque no quiero irme de baja con esta relación extraña con la que estoy pasando con ellos -explica Maya, aún así Carina deja el portatil en la mesa del salón y de levanta sin más que decir y se va a su cuarto sin pronunciar más palabras.
Maya suspira, se pasa las manos por el pelo y se tira en el respaldo del sillón, si algo a aprendido durante estos años es que es preferible los gritos de enojo de Carina que su enfado silencioso.
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Su encanto tan sencillo. Segunda parte. (Fanfic Marina)
FanfictionSi no has leído Su encanto tan sencillo no lo leas ya que esta es la segunda parte de esa historia.