Capítulo VI: Aria

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Paré la puerta del portal segundos antes de que se cerrara. Frente a mí sentada en las escaleras y con el ceño fruncido se encontraba Lauren. No notó mi presencia hasta que el sonido de la puerta cerrarse resonó en el portal.

   -Aria!, ¿qué haces aquí? –preguntó levantándose.

   -Iba a casa de un conocido para recoger una cosa, cuando te vi a ti y a Dustin con unas caras muy raras, y no pude evitar preocuparme.

   Posó sus ojos en el suelo, su ceño volvió a fruncirse.

   -Es un idiota, ha estado actuando raro últimamente.

   -¿Por qué no vamos a comer por ahí y me cuentas? –pregunté, deseosa de que su respuesta fuese un sí.

   Pareció que sus ojos brillaron por un momento.

   -Claro por qué no, –dijo sonriente– espera un momento.

   Subió en el ascensor. Esperé largo rato en las escaleras donde me la había encontrado, hasta que el sonido del ascensor me sacó de mis pensamientos.

   -Ya está, podemos irnos -dijo con una sonrisa al bajar.

   Se había cambiado de camiseta, divisé en el bolsillo del pantalón su móvil, y a mis fosas nasales llegó el dulce olor de su perfume. Abrí la puerta del portal, se la sujeté adoptando una postura caballeresca, a lo que Lauren se rio.


   Después de un rato recorriendo pequeñas callejuelas, llegamos a una cafetería a la que solía ir mucho. Al abrir la puerta una dulce melodía de jazz brotó del interior. El jazz no era algo que me gustase mucho, pero había muy buen ambiente en aquella cafetería.

   Nos sentamos en una mesa cercana al pequeño escenario que había en el interior, en seguida vino una camarera a traernos el menú.

   -Pide lo que quieras –le dije a Lauren– invito yo.

   -No te preocupes he traído dinero.

   -Da igual, sigue en pie mi decisión, y soy muy cabezota. No me harás cambiar de opinión.

   La camarera nos interrumpió para tomarnos nota y recoger los menús.

   -Y bueno, ¿qué es lo que ha pasado con Dustin? –Bebí de mi bebida– ¿por qué habéis discutido?

   -Dustin ha estado actuando raro últimamente –apartó la mirada– se ha vuelto posesivo.

   -¿En qué aspecto? –pregunté.

   -En lo relacionado a mis amistades –me miró.

   -¿Te refieres a mí? –asintió– Bueno, la verdad es que no me importa en absoluto lo que piense de mí. Pero si me importa que mi amistad afecte a tus relaciones sentimentales.

   -No me importa lo que piense Dustin de ti –agarró mi mano– eres mi amiga, y él como mi novio debería aceptarlo.

   Que Lauren tocase mi mano, me pilló desprevenida. Era agradable la calidez que trasmitía su mano, me hubiese gustado permanecer así por siempre. Al soltar mi mano, noté una sensación de vacío.

   -Creo que deberías hablar de eso con él –hice una paisa– tienes que dejarle claro que eres tú la que decide con quiere relacionarse y con quién no. Él no debería intervenir.

   -Tienes razón, pero es muy difícil hablar con él. Es muy cabezota.

   Dejamos de lado el tema de Dustin durante el resto de la comida. Estábamos cerca de la puerta cuando un piano comenzó a sonar, noté como algo tiraba de mi camiseta, me giré y vi que se trataba de Lauren, cuyos ojos brillaban de la emoción.

   -¿Podemos quedarnos un poco más?, porfi –dijo sonriente.

   -Claro, ¿por qué no? –dije sin evitar sonreir.

   Volvimos a sentarnos frente al escenario, donde un chico tocaba el piano. Observé a Lauren que estaba metida de lleno en la música, se la veía disfrutar de la melodía. No podía dejar de mirarla, en esos momentos para mí no había nada más en el lugar, solo ella y yo, nada más importaba.

   Por desgracia la música no duro mucho, cuando el chico dejó de tocar Lauren se levantó y comenzó a aplaudir al igual que el resto de la gente que se encontraba en el lugar, eso hizo que saliera de mi estupor.

   Después de esa pequeña actuación salimos del local, Lauren se veía bastante feliz.

   -Por lo que veo te ha gustado –le dije una vez estuvimos fuera.

   -Me ha encantado –dijo sonriente- siempre que escucho un piano me paro a escucharlo, el piano es algo que me apasiona. ¿No te habrá molestado quedarte un poco más?

   -No, para nada –la miré– ¿así que te gusta el piano?

   -Sí, llevo tocándolo desde los cinco años.

   -Así que tocas el piano... algún día quiero que lo toques para mí, ¿vale? –ella respondió con una sonrisa.


   Después de pasar una buena tarde, decidí acompañar a Lauren a su casa. Al llegar a su portal, ambas nos sorprendimos de ver a Dustin sentado en el escalón esperando a Lauren.

   -Ve a hablar con él e intenta solucionarlo –le dije dándole un pequeño codazo en las costillas.

   Me despedí de Lauren y se encaminó con pasos torpes a la puerta, al encuentro con Dustin. Al llegar a la puerta, este se levantó rápidamente y se pusieron a hablar, mientras yo esperaba a bastante distancia de ellos.

   Hablaron durante bastante rato, supuse que hicieron las paces porque ambos se abrazaron. Antes de separarse, Dustin miró a mi dirección lanzándome una mala mirada.

   Me marché antes de que Lauren notara mi presencia. Era extraño, me sentía bien con que hubieran hecho las paces, pero a la vez un sentimiento de tristeza me llenaba al ver a ambos juntos. Pero aun así quería que Lauren estuviese feliz aunque eso significase mi dolor.

   De camino de vuelta a mi casa recibí un mensaje de Lauren. "Gracias por haber pasado el día conmigo y por haberme animado y dado consejo. Eres una gran amiga" decía el mensaje acompañado de un emoticono de una cara sonriente al final.En mi rostro se formó una sonrisa cansada, y seguí mi camino, con la imagen de Lauren y Dustin abrazándose, todavía en mi cabeza.

Quédate a mi ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora