Capítulo X: Aria

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   Nervios, ira, dolor, remordimiento... una mezcla de todo aquello y más era lo que sentía en aquel instante. No podía mirarla a los ojos, la culpa por haber actuado de aquella forma me lo impedía. ¿Por qué Rusti la había traído hasta aquí?

   Mi cabeza iba a explotar por la maraña de pensamientos que inundaban mi mente, pero algo hizo que me calmara, los brazos de Lauren. Era agradable sentir el calor que trasmitía su cuerpo contra el mío, ya nada importaba, todo se había desvanecido y solo estábamos nosotras dos.

   -Gracias por haber venido -dije al cabo de un rato todavía en sus brazos.

   Ella no dijo nada, pero supe que había sonreído.

   -Eres una buena persona, mereces a alguien mejor -apoyé mi cabeza contra su hombro- Dustin no te conviene.

   -Lo sé -dijo- por desgracia ha tenido que ocurrir esto para darme cuenta.

   El abrazo acabó y fue entonces cuando por primera vez desde que Lauren había llegado, le miré a los ojos. Nuestros rostros se acercaron lentamente, mi mirada pasó de sus ojos a sus labios y de estos otra vez a sus brillantes ojos. Sentía algo nuevo, algo que nunca había sentido estando cerca de otros. Nuestros labios estaban a milímetros de distancia, casi a punto de juntarse cuando el sonido de la puerta nos sorprendió haciendo que nos separásemos rápidamente.

   -¡Aria! -oí a mi hermano gritar- ¡ya estoy en casa!

   No tardó en llegar a mi habitación, abrió la puerta y entró. Riley era más alto que yo pero ambos éramos igual de pálidos, estaba ligeramente musculado y su pelo rojizo estaba recogido en una pequeña coleta, otro rasgo que nos diferenciaba eran nuestros ojos, los suyos eran azules mientras que los míos eran grises. Su rostro se volvió serio al ver mi ojo, hizo señas para que me acercara a la puerta. Una vez cerca suya, agarró ligeramente mi barbilla y examinó el ojo.

   -¿Otra pelea? ¿Es que no has aprendido la lección? -dijo todavía serio.

   -Fue por mi culpa -dijo Lauren- Aria solo me defendió.

   Riley miró hacia donde se encontraba Lauren, al parecer no se había dado cuenta de su presencia. Miró mi ojo, y luego volvió a mirar a Lauren y una pequeña sonrisa se le dibujó en el rostro.

   -¿Mereció la pena? -susurró en mi oído.

   -Sí –asentí y miré de reojo a Lauren- mereció la pena.

   Colocó su mano sobre mi cabeza revolviendo mi pelo, y volvió a sonreir.

   -Encantado de conocerte, soy Riley -dijo haciendo un gesto a modo de saludo hacia Lauren.

   -Igualmente, me llamo Lauren –dijo ésta.

   -Voy a mi habitación, no os molesto más -dijo saliendo Riley por la puerta.

   Lauren miró su reloj y sus ojos se abrieron como platos.

   -Tengo que irme o llegaré tarde a mi clase de piano -dijo mientras se levantaba rápidamente.

   -Sí quieres te llevo.

   -No -me miró- tienes que descansar -besó mi mejilla, lo más cercano al moratón que pudo- Nos vemos mañana.

   Al marcharse, me senté en la ventana viendo cómo se alejaba rápidamente. Apoyé la mano sobre el lugar donde había depositado su beso, y sonreí al recordar el contacto de sus labios con mi piel. Y no pude quitar a Lauren de mis pensamientos durante todo lo que quedaba de día.


   A la mañana siguiente llegué a clase antes de lo normal, todavía no había sonado la campana y la clase estaba casi vacía. Las pocas personas con las que me encontraba miraban mi ojo y cuchicheaban, el rumor de la pelea con Dustin se había extendido más rápido de que pensaba.

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⏰ Última actualización: Sep 14, 2015 ⏰

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