Quédate a mi lado

Capítulo VII: Lauren

   La brisa comenzaba a ser fría, pero aun así se estaba bien en aquel lugar, una pequeña plaza en la que charlaba con Marie, últimamente parecía que apenas pasaba tempo con ella, cuando no estaba con Aria estaba con Dustin, con el que un par de días atrás había tenido una discusión y por suerte lo había solucionado.

   -Es un alivio que las cosas hayan acabado bien con Dustin –dijo Marie– aunque sigo enfadada por no habérmelo contado inmediatamente.

   -Lo sé, y lo siento. Pero es que apareció Aria por sorpresa, y me invitó a comer, y no pude decirle que no.

   -Lo entiendo –adquirió una expresión enamoradiza– es como cuando en tercero me pidió que le prestase la segueta en tecnología, y me miró con aquellos ojos grises que te enamoran con solo mirarte, y a pesar de que la estaba utilizando se la presté.

   Reí ante su comentario.

   -No creo que sea lo mismo, además hasta donde yo tenía entendido tú ibas detrás de Damian, ¿o es qué has cambiado de opinión?

   -Claro que he cambiado de opinión, ese chico es un inmaduro y muy aburrido –bufó– ahora busco a un chico que sea divertido e inteligente, y que sepa tratar a las mujeres.

   -De esos quedan pocos –dije.

   -Lo sé –se enderezó de un brinco– hablando de chicos, ¿ya tienes preparada tu cita de mañana? –dijo pícaramente.

   -Tampoco es que sea nada del otro mundo, vamos a ir a un recital de piano. Viene a la ciudad uno de los grandes pianistas del mundo.

   -Eso suena aburrido –dijo– pero una cita es una cita.

   Comenzó a sonar mi móvil, miré la pantalla y vi que se trataba de Dustin.

   -Hey cariño, ¿pasa algo? –pregunté.

   -Llamaba para avisarte de que no voy a poder ir mañana al recital –se me cayó el alma a los pies, llevaba semanas planeando lo del recital– sé que te he avisado con poco tiempo, perdona.

   -Pero Dustin, llevaba planeando desde hace semanas lo de mañana –dije entristecida– ¿estás seguro de no puedes ir?

   -Sí, lo siento, de verdad que lo siento mucho.

   -¿No será por alguno de tus paridos verdad? –pregunté ligeramente molesta.

   -No, no se trata de eso... –noté vacilación en su voz– es un asunto familiar, es largo de contar, así que ya hablaremos de esto en otra ocasión.

   -Vale está bien –dije desanimada– ya hablaremos, chao.

   Me dejé caer en el banco, completamente desanimada.

   -¿Qué pasa? –preguntó Marie.

   -Dustin no puede venir mañana –dije levantándome de nuevo y comenzando a andar.

   -Vaya putada, y ¿qué es más importante que estar contigo? –dijo Marie siguiéndome.

   -Me ha dicho que le ha surgido un asunto familiar, pero cuando me lo ha dicho he notado vacilación en su voz, creo que me ha mentido.

   -La verdad es que la excusa de los asuntos familiares es muy vieja –dijo.

   -¿Puedes acompañarme mañana? –pregunté esperanzada.

   -No lo siento, ya tengo planes –se paró a pensar– ¡ya sé! ¿Por qué no le preguntas a Aria?, sois muy amigas ahora, seguro que dice que sí.