Emilio Osorio es un alfa que siempre se escapa al parque de sus obligaciones de su empresa para ver al lindo Omega que siempre está en los columpios.
El omega cuyo nombre es Joaquín, además de sus lindos ojos color miel y el delicioso olor a mandari...
Lo observó en el columpio, aún riéndose con las mejillas rojas.
Sintió a su lobo aullar lastimosamente y aullando de felicidad. Así cómo un cachorro al ver a su dueño de nuevo.
Caminó hacía aquella banca dónde veía al Omega antes, el Omega aún soltaba risitas tan tiernas, ante los oídos de Emilio.
Había cambiado, era un poco más alto de lo que recordaba, su cuerpo ahora tenía algo de curvas, aunque el Omega aún portaba sus lentes.
El Omega bajó del columpio con una sonrisa, Emilio lo observó y ese Omega de ojos color miel lo observaron. Sintió recuperar el aire al verlo, sintió cómo si el lugar desapareció, sólo le importaba él. Lo vió sonrojarse furiosamente. Se levantó de la banca y caminó hacía él, el chico parecía nervioso.
"Uh-h... Hola." - Escuchó al Omega decir.
"Omega..." - Emilio dijo, sin saber que decirle. Bien ya tenía al Omega en frente de él. Ahora... ¿Qué demonios le iba a decir?
El Omega aún lo veía sonrojado. - "Y-yo quiero pedir disculpas por lo que hice la última vez que nos vimos..."
Emilio lo recuerda, claro que lo hace, si cada instante lo hacía, éste Omega se le había metido hasta al fondo de su ser y le había hecho algo a su lobo que lo único que quería era verlo y aullar de desesperación cuándo venía al parque y no lo veía.
"No importa Omega." - Emilio dijo, intentando oler su olor, frunció el entrecejo al no encontrar su olor. El Omega pareció notarlo porque le dió una sonrisa temblorosa. - "¿Tu hermana?" - Pregunta.
Joaquín niega. - "Vine sólo otra vez." - Evitó gruñir.
"Vamos." - Lo tomó de la muñeca sin esperar a que respondiera el Omega, evitó gruñir cuándo vió la mirada burlona de Eduardo a punto de salir del parque.
"Espera, alfa bobo. ¿A dónde vamos?" - Joaquín pregunta. Emilio deja de caminar para verlo y evitar poner los ojos en blanco al sentir la necesidad de su lobo para oler al Omega, de poner su nariz en el cabello ó en el cuello.
"Sólo confía en mí." - Emilio dijo. - "¿Crees que soy malo?" - El Omega lo miró por unos breves segundos.
"... No, si confío en tí... Pero." - Emilio levantó una ceja. - "¿Porqué?
"A qué te refieres Omega."
"¿Qué haces aquí? ¿Porqué quieres que vaya contigo?"
Emilio no contestó, sólo lo llevó hasta afuera. Lo acorraló contra la pared. El Omega lo miraba con sus ojos bien abiertos, había una pizca de miedo en ellos. Emilio sólo llevó su nariz al cabello del Omega, podía sentir el cuerpo tensó del Omega. Respiró hondo sintiendo así un leve olor del Omega.
Soltó un pequeño gruñido, porque su lobo quería más, quería oler el olor a mandarinas del omega. Escuchó al Omega gemir y es que inconscientemente había llevado una mano a la cadera del omega.
Miró al Omega, quién tenía los ojos dilatados, oscuros y Emilio sabía que estaba igual. Aunque su lobo exigía más, pero Emilio se lo iba a negar ó al menos por ahora.
"¿Porqué usas supresores?"
"No tengo porqué decirle." - Podía sentir el corazón del chico acelerarse.
"Vamos Joaquín." - Emilio dijo al ver que el chico miraba a otro lado, su agarre en la cadera del omega se hizo más fuerte, pero no cómo para lastimarlo.
"No debería estar contigo así." - Emilio no contestó, no dijo nada. Miró al Omega morderse el labio inferior. Sus ojos mostraban tristeza cuándo lo observaron.
"Omega..."
"Tengo un novio alfa, se supone que debo ser fiel a él y uso supresores porque dice que mi olor es muy diferente y eso es raro."
El omega tenía alfa, el omega tenía un alfa.
Mío, Omega mío. Soltó un gruñido haciendo que el Omega gimiera, lo abrazó tratando de marcarlo con su olor.
Le importaba una mierda el otro alfa. Ahora Emilio está con él e iba hacer cualquier cosa por el Omega, era suyo y de nadie más.
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Mauricio Abad (Alfa, novio de Joaquín)
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Patrik Abad (padre de Mauricio)
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