VIII

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11:00 pm.

Todo Hogwarts yacía en silencio y en una tranquilidad tremenda ante los alumnos descansando, los pasillos vacíos y la calma inundando el lugar excepto por un específico sitio.

El baño.

Harry llevaba específicamente tres horas arrodillado sobre el inodoro vomitando todo lo que daba su estómago, había llegado al punto en el que cada vez que su cuerpo realizaba una arcada, su estómago le dolía en demasía y ya no tenía siquiera bilis para expulsar, lo único que salía de su boca era saliva y un líquido que nada más se podía describir cómo el líquido estomacal sin nada más que pudiese soltar. Sus ojos estaban sumamente inflamados de tanto llorar y sus muñecas sangraban de haberse aplicado innumerables Diffindo's para cortarse una y otra vez. Estaba en el punto dónde el ojo no ve.

No podía explicar lo que su mente estaba colisionando con cada segundo que pasaba, las imágenes vívidas de Ron siendo golpeado, la niña que había sido asesinada, el hecho de haberlo visto todo, de haber actuado como actuó. Estaba inumerablemente destrozado y no podía reponerse, toda su vida había creído que a pesar de las adversidades, él nunca caería o se hundiría con la marea y sería suficientemente fuerte como para prevalecer y seguir nadando pero en este punto, Harry se había hundido, Harry había dejado de nadar y sólo podía ver la luz perdiéndose entre el espeso mar.

Pasó tan sólo unos leves minutos con Malfoy sobre aquel salón sin saber cuánto tiempo había estado llorando y gritando amargamente, creyendo que ahora lo perdería todo, creyendo que se quedaría solo otra vez pero no fue así. Por extraño que suene, Malfoy reconoció ese lado en él e incluso permaneció para prestarle consuelo y Harry estaba tan destrozado mentalmente que no cuestionó si aquello estaba bien o mal, lo que sí podía confesar era que el hecho de no estar solo lo agradecía enormemente, pero lo bueno dura poco y qué poco le duró a Harry aquella compañía cuando ya Draco había indicado las horas tardías en las que todavía estaban en aquel salón y se despidieron el uno al otro.

Harry no quería estar solo, no quería afrontar lo que había hecho en su soledad pero era sumamente desubicado pedirle al rubio que se quedara cuando no tenían ese tipo de amistad y así fue como intentó caminar hacia su habitación luego de despedirse y no llegó tan lejos cuando las nauseas volvieron, el dolor invadió su corazón y el llanto regresó a su vida.

¿Cómo se supone que iba a ver a la cara a la persona que consideraba un hermano y fingir que él no había hecho lo que le hizo? Cómo iba a fingir que eso no estuvo mal, que fue bajo una buena causa, cómo iba a vivir ahora con ese constante malestar.

No hiciste mal, Potter. Subestimó tu dolor y más con la muerte de tu padrino, ¿Realmente crees que ponerle límites a las personas en dónde realmente importan tus emociones está mal?

Las palabras de Draco volvieron a su mente haciéndole sentir acompañado y justificado, aunque tuviese razón, llegar a esos límites era enfermizo e insano y era sumamente impropio en él.

Siempre has sido así, solamente que estaba oculto.

¿Y si aquello era verdad? Y si Harry siempre había sido así pero nunca tuvo la fuerza cómo para revelarse y dejar ser lo que realmente llevaba dentro de sí. Tal vez defender de esa forma su sentir y sobre todo la memoria de su padrino, no estaba mal, ni siquiera si había sido su mejor amigo. Menos porque, cómo Draco le explicó, los amigos de vez en cuando se peleaban incluso a puños.

Pero Harry no sentía que tuviese la fuerza para confesar lo que había hecho y prefería mantenerlo oculto, prefería no decírselo a nadie y le pidió, básicamente le suplicó al rubio que no dijera nada y con honestidad, este le prometió que su secreto estaba a salvo.

Del infierno a la tierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora