XIII

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Harry seguía en la enfermería el domingo por la noche por obligación de la señora Pomfrey por más que este le expresaba que ya estaba bien y que ningún hueso le dolía pero le insistía en que debía quedarse y eso solamente sofocaba más a Harry quién lo único que percibía era que lo veían lo suficientemente débil como para que por algo que ya había sanado, debía quedarse allí por semanas. Estaba seguro de que si hubiese llegado por una fractura del dedo meñique, Pomfrey habría insistido en que se quedara allí por un mes.

Eran alrededor de las tres de la mañana, Ron ya estaba desde hace horas en los brazos de Morfeo mientras que Harry no podía dormir ni conciliar el sueño bajo ningún concepto y había una razón para ello.

Draco Malfoy.

Los pensamientos no dejaban de cruzarse con aquella noche en el salón en desuso, aquel beso que jamás esperó pero que llegó tan desprevenido haciendo que cada molécula de su ser se sienta desencajada y como si nunca hubiese estado del todo arreglado y aquel beso había sido la pizca que le hizo sentir que todo ese tiempo había estado realmente vivo. Las manos de Harry se paseaban de vez en cuando por sus labios apretando los mismos como si con sus dedos pudiese volver a imaginar o dramatizar la sensación de aquellos finos y delicados labios.

Estar confundido era poco para el estado en el que se encontraba Harry puesto que, no solamente había sido difícil reconocer que encontraba en Malfoy un amigo que ni siquiera pudo encontrar en sus dos mejores amigos de la infancia, sino que ahora abarcaba el hecho de que Draco le atraía. Y era curioso como nunca se había puesto a pensar en ello, tal vez totalmente cegado por sus emociones, por las cosas que estaban sucediendo a su alrededor o porque nunca creyó que podrían pasar a un escalón que no fuese desearse la muerte el uno al otro hasta que ese deseo se cumpliera.

Y la realidad era que Malfoy en efecto, era realmente atractivo. Su cuerpo bien detallado era una sinfonía con un acordeón de los más elegantes y caros, la silueta desdibujada a la perfección con suficientes curvas pero no demasiadas como para desequilibrar su aspecto rústico y varonil, era la mezcla perfecta de ambas cosas, sus largas y pálidas manos que poseían los rasgos de sus venas marcadas haciendo que luciera todavía más llamativo, la forma en la que sus clavículas lucían de una manera perfecta, sus ojos claros, penetrantes pero únicos bajo un color grisáceo, su rostro, su cabello, sus labios..

Todo en él era realmente atractivo para cualquier persona que lo viera y ahora recién Harry lo notaba porque había dejado los prejuicios atrás y se había permitido optar por ver con sus ojos y no con los ojos de los demás.

No consideraba que hubiese algo respecto a lo cuál él debía pensar, no creía o sentía que Malfoy y él pudiesen elevar su relación a una que no fuese una extraña y complicada amistad puesto que para Harry y desde su perspectiva, había sido una necesidad varonil entre los dos y mientras ambos pudiesen calmar ese deseo entre ellos, no veía problema con que fuesen amigos con ese tipo de contacto. Lo único que sí lo frustraba y le hacía sentir un odio descomunal era ver a Malfoy con alguien más que no fuese él, sobre todo con las mujeres porque Harry sabía que Draco entre ellas, era realmente una joya de necesidad absoluta y harían lo que sea con tal de tenerlo aunque sea una noche. Pero Harry no quería compartir, jamás le había gustado y aunque no quería a Malfoy para algo formal o a futuro y siquiera ese pensamiento era absurdo, no quería que estuviese con nadie más.

Harry entendía que Malfoy no podía simplemente entrar a la enfermería e ir a verlo puesto que, podía ser visto por alguien más y el hecho de que Ron y Harry eran los únicos allí, complicaba la situación, sin embargo, eso seguía molestandolo pues creía o sentía que entre los dos se preocupaban por el otro pero tal vez se había equivocado.

Dejando ya sus pensamientos atrás, decidió acostarse de lado con un suspiro de burro y cerrar sus ojos intentando encontrar el sueño que difícilmente llegaba pero justo cuando se dispuso en hacerlo, escuchó un sonido fuera de la puerta, se acomodó de inmediato entre las sábanas con la energía suficiente para jugar Quidditch esperando a que Kreacher y Dobby entraran a darle las primeras noticias.

Del infierno a la tierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora