Asado

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La tarde caía sobre el Tottenham Hotspur Stadium, pintando el cielo con tonos cálidos, mientras la multitud rugía con expectación. El enfrentamiento entre el Tottenham y el Watford prometía ser bastante intenso.

Era un duelo esperado, un enfrentamiento entre dos equipos dispuestos a darlo todo en el campo.

Desde el primer pitido del árbitro, ambos equipos se lanzaron a la cancha con ferocidad. El Watford demostró ser un rival complicado, defendiéndose con tenacidad y buscando oportunidades para contraatacar. Los Spurs, por su parte, luchaban por imponer su juego característico, controlando la posesión y creando oportunidades de gol a pesar de que los defensores del equipo contrario los ahogaban cada vez que invadían su lado de la cancha.

A medida que avanzaba el primer tiempo, la tensión en el estadio era palpable.

Fue en el minuto 42' cuando se señaló una falta a favor del Tottenham, provocando que Heungmin pateara un tiro libre. Manteniendo la calma y la tranquilidad, Son respiró hondo y pateó la pelota en un tiro libre, lanzando un disparo imparable que picó y golpeó el fondo de la red.

El estadio estalló en celebración; los aficionados coreaban el nombre de Son mientras los jugadores corrían para abrazarlo con emoción.

Con el marcador 1-0, los intentos del Watford por igualar el partido se intensificaron, generando más faltas desesperadas. Además, el esfuerzo del equipo local para asegurar el resultado fue en vano, pues antes de que se percataran, el árbitro hizo sonar su silbato para señalar el final.

Pero eso ya no importaba porque, gracias a uno de los goleadores del equipo, habían logrado marcar y esos 3 puntos les serían de mucha ayuda.

Los jugadores, aún enérgicos y con la adrenalina palpable, se retiraron al vestuario entre aplausos y vítores. Cristian, impactado por el gol de su compañero, se levantó del banco de suplentes donde había presenciado la magia de Heungmin.

Aunque no participó directamente en el juego, la emoción de ser parte del equipo en esa victoria le inundaba de orgullo. Ahora, se dirigía con sus compañeros, compartiendo la euforia y la satisfacción por el triunfo.

Gio se acercó a Cristian, ya sentado y retirándose las canilleras y los botines.

Durante mucho tiempo, Gio había tenido en su mente una invitación que deseaba hacerle, pero la duda siempre se apoderaba de él al no encontrar el momento adecuado.

Sin embargo, la victoria de hoy le había dado un impulso, haciéndole creer que este era el momento perfecto; quería aprovechar la oportunidad del ambiente alegre para hablarle.

―Che, qué loco, ¿no? Son nos salvó con ese gol.― tomó asiento junto a su amigo.

Cristian asintió con una sonrisa, pero su mirada iba exclusivamente al autor del dichoso gol.

En su interior, no podía evitar sentir una atracción hacia la destreza y la gracia de Son en el campo. La forma en que el surcoreano manejaba la pelota, la rapidez de los movimientos y, por supuesto, la ejecución perfecta de ese gol, creaban una fascinación silenciosa.

Gio, notando la expresión en el rostro de su amigo, le dio un codazo juguetón.

―Sí, es increíble. Estoy agradecido de ser parte de un equipo con jugadores tan talentosos.― rió, tratando de disimular la admiración que sentía.

El bullicio del vestuario continuaba mientras los jugadores se cambiaban y compartían risas.

―Che, Cuti, mirá, estoy pensando en organizar un asado en casa mañana a la noche. ¿Te prendés vos y Karen?― propuso con entusiasmo.

Nunca lo olvidé  /cutison/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora