Pasarela [AfterDeath]

15

Error se levantó de la cama con rapidez después de que la llamada fuera colgada. Arregló como pudo la ropa que tenía puesta mientras veía si Geno estaba en casa. Al ver que no fue a abrir la puerta. Sí, estaba ahí.

—¡¿Qué demonios, Ink?! ¡Tienes suerte de que no haya nadie más, pero ni creas que te dejaré entrar! 

—¡Por favor, necesito hablar con alguien de esto! —se oía desesperado. Como pudo se abrió paso al interior de la casa y se sentó en uno de los sillones, cubriendo su rostro.

—¡¿Qué crees que haces?! ¡Geno puede llegar en cualquier momento! —se puso frente a Ink, dejando junta la puerta de la casa. —¿Qué pasó para que estés así? —su pregunta fue echa con confusión, no había visto en todo ese tiempo a Ink de esa forma y su aroma de tristeza no me era muy agradable.

Hubo un momento de silencio en el que poco a poco fueron expuestos leves sollozos de parte del albino, que tomó una gran bocanada de aire para poder hablar.

—¡Estoy acabado! ¡Finito! ¡En quiebra! —empezó a caminar de un lado a otro, el delineado en sus cuencas empezaba a correr por sus mejillas. —¡Reaper cortó nuestros negocios por tener a otro con quien trabajar! —dio un golpe a la pared más cercana, alertando a Error.

—¡Hey! Cálmate. Tienes aún tu empresa funcionando y un montón de plata en el banco. No puedes ponerte así solo porque perdiste a un colaborador. —tomó a Ink por los hombros para volverlo a sentar, manteniéndolo ahí. —Te pueden pasar cosas mucho peores. Deberías de estar agradecido de que por fin vas a tener que trabajar por tu cuenta. Será más gratificante cuando el dinero te lo ganes tú mismo. 

—¡Sí, sí! ¡Que los niños de África la pasan mal y mucho peor! ¡Pero yo no soy un niño de África! Yo tengo mis propios problemas y yo decido si estos son mucho peores que los del resto del mundo. —dijo con autoridad, a lo que Error solo soltó un suspiro pesado. —¡Tengo que hacer algo! Mi empresa solo se mantenía a flote porque tenía el sello de Reaper. Ahora a nadie le va a interesar...

—Eres un estúpido. —tomó asiento en el sillón aledaño, mirando a Ink sin poder creer lo que salía de su boca. —Pero creo que es buen momento para que puedas contratar a Geno, te aseguro que te dará buenas ventas.

—Error, no estoy para pensar en dar caridad ahora. —su desdén molestó bastante al contrario, quien solo se puso de pie. —Tengo un grave problema y debo de escatimar gastos.

El menor solo se inclinó frente a Ink, acercando sus rostros juntando sus aromas y poniendo al mayor nervioso mientras se apegaba más al sillón.

—En ese caso, puedes irte a la mierda. 

—¡Ojalá venga tu puto hermano para decirle que te aprovechaste de mi esa noche! 

—¡Sabes que no fue así!

Geno estaba prácticamente dando saltitos mientras llegaba a casa. Estaba muy feliz y orgulloso de sí mismo y esperaba poder contárselo a Error. Le hubiera gustado que su madre pudiera haber oído la buena noticia...