CAPÍTULO 1: VERANO PROBLEMÁTICO

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Los dos primeros días de verano los paso con mi padre. Me lleva al cine, a jugar a los bolos, pasamos largos ratos jugando juegos de mesa en casa... Mientras, le voy contando lo ocurrido desde Navidades, tanto lo bueno como lo malo. Me planteo ocultarle el tema del maestro poseído por Voldemort, para que no se preocupe, pero siempre le he dicho todo a mi padre y no quiero empezar a ocultarle cosas. Además, él siempre me da buenos consejos y sabe entenderme muy bien.

El segundo día por la noche, después de cenar, me dice que tiene que hablar conmigo.

- Mira Dalia - empieza después de sentarnos en el sofá - he estado pensando mucho en que volvieras a salir después del toque de queda. Sé que no me lo llegaste a prometer, pero creo que aún así puedes estar de acuerdo conmigo en que es algo que yo te pedí y en lo que me has desobedecido -

- Sí, pero -

- Sin peros Dalia - me interrumpe - ya me has explicado el por qué, y aunque lo comprendo, sigue estando mal, y sigue siendo un riesgo innecesario. Podrías haber buscado un profesor, tu jefe de casa parece bastante accesible, y contarle lo del dragón, o al menos cuando te diste cuenta de lo que iba a hacer ese Malfoy - hace una pausa mientras me mira, a lo que asiento, comprendiendo lo que quiere decir. - Por ello - continuó hablando - vas a estar castigada una semana sin salir de casa salvo que sea algún sitio al que decida llevarte yo -

- ¿Cuándo empieza la semana? - pregunto-

-Mañana mismo - me responde.

- ¿Y no puedo ir a decírselo a Harry para que sepa por qu-

- ¡No! - exclama elevando un poco la voz, lo que hace que me sobresalte - no puedes. El castigo empieza mañana y no hay más que hablar.

Asiento ante sus palabras, viendo que no va a cambiar de opinión.

Los días siguientes son algo aburridos. Por suerte tengo los diarios de mi madre del segundo curso para leer, y mi padre habla y juega conmigo, pero al cabo de un rato se vuelve cansado sin poder salir. No me quejo, porque entiendo que es el propósito del castigo, pero estoy deseando que pase la semana.

A los cuatro días mi padre me sorprende diciéndome que vamos a ir a un sitio, aunque no me dice donde. Caminamos un rato hasta llegar a una casa grande, de varios pisos, con un bonito jardín muy bien cuidado. Casi parece de catálogo. Estamos cruzando el jardín cuando veo que se abre la puerta y salen un hombre y una mujer de la edad de mi padre, muy bien vestidos. Detrás de ellos sale una niña que reconozco como Emily, mi antigua compañera de primaria. ¿Por qué estamos en casa de Emily? ¿No decía mi padre que eran unos estirados? No entiendo nada.

- Buenas tardes Nathan, Dalia - habla el padre de Emily, sorprendiéndome con el uso de mi primer nombre cuando es la primera vez que me dirige la palabra, pero me acuerdo de que en el mundo muggle no es tan raro - bienvenido a nuestro hogar-

- Gracias Richard - responde mi padre.

- Pasad por favor - dice la mujer.

Por dentro la casa es tan impresionante como por fuera. Grandes paredes blancas con cuadros muy bonitos. No se puede negar la belleza de la casa, pero me parece un poco fría, como si estuviera recién comprada y faltara que los que viven dentro le dieran su toque. Seguimos a los señores Wilson y a Emily hasta una especie de sala de estar, donde unos sofás negros rodean una mesa de cristal.

- Emily - habla su padre - ¿por qué no llevas a Dalia a tu habitación o a la sala de juegos? -

- Sí papá - contesta mi antigua compañera, comenzando a andar hacia la puerta. Miro a mi padre que me asiente con la cabeza, y le sigo. Subimos unas escaleras de mármol y vamos por un pasillo largo, hasta que abre una puerta y entramos en lo que supongo que es su habitación.

Dalia Walker, Princesa de SlytherinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora