Ya se había rendido. No iba a intentarlo más. Si es que no podía. No podía separar los ojos de Juanjo y ese era un hecho que tenía que aceptar lo antes posible. ¿Es que cómo se le iban a marcar así los músculos de la espalda por debajo de la camiseta? Era un insulto a su sexualidad no pararse a mirarlo fijamente.
"Solo soy un chico."
Desvió momentáneamente la mirada a su amiga, que se encontraba sentada junto a él en el sofá. Había perdido completamente el hilo de la conversación. Ruslana continuaba hablando y hablando sobre algo que les ocurrió el año anterior en uno de los bares a los que solían acudir, pero hacía minutos que Martin se había quedado embobado mirando al nuevo compañero de piso de sus amigos a través de la ventana que daba al balcón.
Fuera de lo guapísimo que le hubiera parecido el chaval, tenía que reconocer que también le había ganado un poquito lo bien que había llevado lo de la habitación. Que antes de decir nada ya estuviera ofreciendo ser él el que se marchara le pareció demasiado bondadoso y comprensivo por su parte. No todo el mundo habría reaccionado así de primeras ante un completo extraño. Y más teniendo en cuenta que, por error, el vasco le había usurpado la cama.
Martin sintió como una bocanada de calor, nacida en su estómago, subía hasta su rostro. Habían dormido juntos. De hecho, Juanjo se había abrazado a Martin. Buah.
Vale, tenía que parar. Juanjo no era para tanto. Bueno, quizás sí era para tanto, pero tenía que dejar de ser un baboso porque en cualquier momento iba a darse la vuelta y lo pillaría con la vista clavada en él.
–¿Este se ha quedado sordo o qué?–rechistó Ruslana mientras se levantaba del sofá en el que estaban sentados y se arrodilló en el sillón que se encontraba enfrentado, apoyado en la pared en la que se hallaba la ventana con vistas al balcón. Asomando la cabeza por la ventana avisó a Juanjo de que hacía un rato que su teléfono no paraba de soñar y, con las mismas, volvió a sentarse junto al menor–Nada ya está. Lo llevaba en el pantalón y ni lo ha sentido vibrar. A veces yo creo que se disocia tanto que se escapa del mundo y ni siente ni padece, ojalá tener ese poder. Bueno, ¿por dónde te iba contando?
Jeje. Pillado. Martin estiró los labios en una sonrisa incómoda y se encogió de hombros.
–Ah okey estoy hablando con una pared. Genial–la pelirroja dio varias palmadas, entre desesperada y sarcástica–Como no me bastaba con Álvaro pasando de mi culo a todas horas, ahora sois dos...
Seguramente Ruslana se hubiera seguido quejando un poco más hasta que el cierto vasco le dijera lo arrepentido que estaba y que no volvería a pasar, pero esa idílica escena mental de la ucraniana se vio interrumpida al entrar Juanjo hablando al salón.
–Chicos, Nai dice que todo okey y que me puedo quedar allí todo el tiempo que ella esté, así que voy a recoger algunas cosas y me voy para allá.
Martin se vio irremediablemente atraído por la presencia del muchacho, por mucho que quisiera quitarle los ojos de encima. Su camiseta de pijama de tirantes le permitía ver los enormes hombros del maño. Casi nada.
"Aparta la vista o di algo, es raro que lo mires tanto y ni abras la boca. Di venga, di."
–¿Seguro que no te quieres quedar?–soltó de pronto el vasco. Trató de frenar la verborrea que le venía y, con tono apenado, solo añadió:–Yo puedo dormir con Rus, de verdad. Me siento fatal por esto.
Ruslana le dio un golpecito y apretó su muslo con cariño. Por otro lado, el mayor de los chicos le mostró una sonrisa compasiva y negó con la cabeza un par de veces.
–No te sientas mal, hombre. Son cosas que pasan. Además, seguro que los tres tenéis muchas cosas que contaros, os viene bien pasar unos días solos y que os pon...
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¿Quién es ese Juanjo?
FanficEscapar. Salir corriendo. Huir. Martin nunca habría usado esas palabras para definir su Erasmus. Había sido planeado con meses de antelación, no se puede llamar huida a un viaje planificado con tanto tiempo, ¿verdad? Podía responder con la verdad o...