Supongo que habréis escuchado alguna vez eso de que el diablo trabaja rápido, pero es posible asegurar que una recién estrenada veinteañera completamente obsesionada con el compañero de piso bombero de una de sus mejores amigas, lo hace aún más. Este hecho le resultó evidente a Juanjo, que fue reclutado como miembro del equipo mudanza la noche anterior y, cuando llegó a su piso el domingo a las 9 de la mañana, pudo observar cómo Ruslana había conseguido meter 2 años de su vida en 8 cajas y 3 maletas. Pero lo más increíble era que había realizado esa hazaña en menos de veinticuatro horas.
Nada es imposible para una chica desquiciada.—Es increíble esto que estás haciendo—se quejó el maño mientras cargaba la primera caja. Como siempre, había sido el primero en llegar. Por suerte, Lucas se había ofrecido a ayudarlo y estaba esperando dentro del coche. Aunque la verdad es que, además del transporte, no había servido de mucha más ayuda puesto que no podía salir del coche, que se encontraba aparcado en doble fila—¿Me abandonas por un bombero?
Juanjo ya había dejado en el salón los útiles necesarios para vivir que se había llevado al hotel de Naiara. En ese momento, Ruslana estaba limpiando por última vez el polvo del escritorio y las estanterías de su, para aquel momento, antigua habitación. Se dio la vuelta despacio, ojeando el espacio para comprobar si se había dejado algo sin recoger o sin limpiar. Cuando se hubo cerciorado de que todo estaba en orden, descansó su mirada en la figura de Juanjo, que asomaba únicamente sus ojos y frente por detrás de las dos cajas que cargaba y que estaban etiquetadas como "zapatos de Rus".
La pelirroja soltó una risita ante lo cómica que le pareció la escena mientras se colgaba una mochila a su espalda y caminaba hasta alcanzar una maleta. Si todos los llamados a la operación mudanza hubieran estado ya allí, en unos cuantos minutos hubiesen terminado con la tarea. Pero viendo que ni siquiera Martin se había despertado para ayudarla, Ruslana asumió que tardarían toda la mañana y que incluso deberían de hacer varios viajes.
—Amor, vamos a vivir a 7 minutos andando. Puedo venir todos los días si quieres a darte el besito de buenas noches y a arroparte antes de dormir—le aseguró cuando pasó a su lado en dirección a la puerta en tono burlón.
El mayor siguió los pasos de la pelirroja para acabar saliendo del piso y subido al ascensor con ella. El habitáculo era tan estrecho que, debido a la diferencia de altura, Ruslana parecía estar estar hablando con una pila de cajas. Por mucho que levantase la vista, le era imposible encontrar los ojos del maño.
—No es eso, es el sentimiento de traición.
—Oye, no me hagas sentir mal que sabes que me hubiera ido antes del piso de no ser por ti. Que no soporto lo sucio que es Álvaro.
El ascensor se abrió en ese momento en la planta inferior, permitiendo que los chicos pudieran salir. Juanjo ya se encontraba sudando y es que, si le preguntabas a él, te respondería que una mudanza a mitad de septiembre en Madrid era una de las cosas de las que huiría sin mirar atrás. Pero ahí estaba, siendo el único que ponía la espalda para ayudar a su amiga a mudarse para poder engatusar al amor de su vida.
Casi en el portal, el maño se vio obligado a dejar las cajas en el suelo unos minutos, puesto que sus dedos no lo soportaban más. Aprovechó aquel momento para rebatirle a su amiga, que estaba mirándose al espejo de la entrada, comprobando que su pintalabios granate no te había movido.
—Ah bueno, ¿y yo sí?
—Es tu mejor amigo, ¿no? Además, que viviendo contigo y con Martin seguro que va a ser diferente, porque cuando estabais vosotros no era así. Es que nunca ha sido tan guarro como estas últimas semana—Juanjo puso los ojos en blanco mientras hacía malabares para cargar ambas cajas de nuevo, nada convencido de las palabras de su amiga. La pelirroja lo observaba al tiempo que volvía a agarrar la enorme maleta y algo dentro de ella lila empujó a volver a hablar:—Juanjo, ¿sabes que te quiero un montón y que soy consciente de todo lo que haces por mí, verdad?
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¿Quién es ese Juanjo?
FanficEscapar. Salir corriendo. Huir. Martin nunca habría usado esas palabras para definir su Erasmus. Había sido planeado con meses de antelación, no se puede llamar huida a un viaje planificado con tanto tiempo, ¿verdad? Podía responder con la verdad o...