Capítulo 8 - Pissed off

2.4K 128 19
                                    


—¿Entonces no nos lo podemos quedar?

—Alex, mi amor, es un niño de 20 años no un perrito abandonado.

Las voces llegaban hasta sus oídos amortiguadas y lejanas. Buscó en su atolondrada mente para encontrar los propietarios de las mismas, pero ni siquiera sabiendo el nombre de uno de ellos pudo conseguirlo. "Debo estar soñando" se convenció a sí mismo y estiró su dolorido y fatigado cuerpo, notando como el estómago se le retorcía y comenzaba a sentir unas mucho menos que agradables punzadas en la parte superior de la cabeza. Se removió incómodo, apretando los párpados e intentando encontrar una postura en la que aquellos síntomas se vieran algo reducidos. Ante la incapacidad de verlos apaciguados, decidió incorporarse e ir a la cocina a comer algo y tomarse una pastilla.

Tardó unos segundos en darse cuenta de que aquel salón a medio decorar con ventanas de suelo a techo cubiertas por gruesas cortinas que le resguardaban del sol de la mañana, no era su habitación del pisito. También se percató que las voces de su sueño continuaban conversando unos metros más allá, haciéndose casi imperceptibles debido a las paredes que los separaban.

Como una cascada, los recuerdos de la noche anterior se aparecieron uno tras otro en la mente del vasco. Su tenso reencuentro con Hugo en la cola de la discoteca, la forma en la que Juanjo había acudido a preguntarle si quería que se fueran de allí; el alcohol; cómo Ruslana y Bea trataron de mantenerlo animado toda la noche; su encuentro con Paul Thin y su grupito en el reservado; más alcohol; cómo le había dejado su teléfono a Ruslana para ir al baño, qué había visto en ese baño, la forma en la que corrió despavorido después de eso y las caras de sus salvadores, que lo habían recogido prácticamente del suelo para meterlo en su coche y dejarle dormir en su casa. Quizás se había pasado de dramático, porque de no ser por Alex y Denna, muy seguramente no hubiera tenido dónde dormir ya que a su alcoholizado cerebro le pareció una genial idea salir corriendo lejos de sus amigas -a las cuales les había dejado su móvil-. Lo cierto es que después de contemplar la escena en el baño, había colapsado completamente. Realmente había visto a las dos personas que nunca habría imaginado en el mismo espacio compartiendo aire y saliva. Ni siquiera sabía qué pensar al respecto o por qué estaba tan indignado, pero el recuerdo de esa imagen no se borró de su cabeza mientras dejaba atrás el sofá en el que había descansado aquella noche y se aproximaba a los dueños de las voces susurrantes que llevaba un rato escuchando.

—Buenos días—saludó el vasco con voz trémula desde el umbral de la puerta de la cocina. Denna correspondió su saludo acompañado de una sonrisa amable y procedió a hacerle un café después de que Martin aceptara el ofrecimiento de la granadina.

—¡Buenos días, Martin!—le saludó Alex, que estaba apoyado en la encimera de la cocina, dando sorbos a una taza de café casi más grande que él—¿Has dormido bien? Ese sofá es un poco incómodo, pero la comodidad y la estética están peleadas, según mi novia.

Denna rodó los ojos y le propinó un codazo a su chico mientras caminaba hasta un tímido Martin para entregarle su café. Los tres se sentaron en las sillas de plástico que habían entorno a una mesa improvisada con cartones. Estaba claro que aquella pareja acababa de mudarse y estaban en proceso de decorar y amueblar aquel piso. A Martin le pareció adorable la relación de ambos, hasta los más mínimos gestos de cariño que había observado entre ellos. La pareja trató de dar conversación al chico al comprobar que se encontraba tan cohibido. Aunque la amabilidad y el desparpajo de ambos logró crear un ambiente distendido, el vasco solo podía pensar en que aquella pareja lo había visto llorar a moco tendido la noche anterior en su estado más alto de embriaguez. Ah, y que Denna era amiguísima de una de las personas que habían causado esa reacción tan desmesurada.

El sonido del telefonillo los sacó de su conversación. Fue Denna la que corrió hasta el aparatito junto a la puerta de entrada y volvió unos segundos mas tarde.

¿Quién es ese Juanjo? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora