¿Quién es ese Juanjo?

Capítulo 12 - Doble mudanza

—So, we're married...

La voz de Kiki resonó en medio de sus turbulentos pensamientos, como un sonido lejano que le anclaba al mundo real y le pedía que volviera. La menorquina se encontraba ligeramente ladeada para entablar conversación con Martin mientras continuaba viendo la escena que la séptima pareja representaba frente a ellos. La sala estaba en completo silencio observando a la pareja más dispareja de todas intentar entenderse e improvisar algo con sentido. Ruslana ya había soltado alguna carcajada disimulada, la situación era cómica como poco.

—Estábamos, pasado Keeks—respondió Martin sin apartar la mirada de la improvisación. Ni siquiera se había dado cuenta de que tres parejas habían pasado por ahí después de que Juanjo y él hubieran terminado, pero fingía muy adecuadamente su interés.

—Ya... pasado. FYI, nunca llamaría Álvaro a nuestro hijo. It doesn't sound like us.

Martin rió por lo bajo, poniendo los ojos en blanco ante el comentario de Kiki. Desde unas filas más atrás, Abril chistó en voz alta en busca de silenciar el ligero murmullo que se había levantado en el aula. De inmediato, los amigos se dieron por aludidos y se cuadraron en sus asientos, con la mirada de nuevo fija en los actores

En cuanto a Martin, su atención estaba a miles de kilómetros de allí. O bueno, a unos cuantos metros, si era sincero. Aunque ni siquiera podía verlo debido a que se encontraba sentado algunas filas por detrás, su mente daba vueltas en espiral en torno al mismo tema. Juanjo Juanjo Juanjo. Los ojos profundos y contorneados de pestañas de Juanjo. El calor que sintió cuando reposó la mano sobre la rodilla de Juanjo. La forma en la que sus labios se movían para articular cada palabra que salía de la boca de Juanjo. No podía soportarlo. Acabaría loco si su mente no encontraba la manera de dejarlo a un lado.

Estaba claro que debía empezar por encontrar piso. Juanjo era amigo de casi todos sus amigos de Madrid, era obvio que no podía sacarlo de su vida por completo, pero una cosa era verlo de vez en cuando porque tenían amigos en común y otra bien diferente era dormir en su cama todas las noches. Decidió que al finalizar aquella misma semana estaría instalado en un nuevo piso, aunque estuviera a 15 kilómetros de Madrid, tuviera que vivir con una pareja o fuera el piso más maloliente en que había estado. Haría todo lo posible por apagar el fuego que el maño encendía en su estómago cada vez que lo tenía cerca.

Tan encerrado estaba en sus propios pensamientos que no se dio cuenta de cómo otras tantas parejas más salieron al frente de la clase e interpretaron sus improvisaciones con más o menos acierto o talento. Chiara le clavó el codo en las costillas como aviso mientras aplaudía a Ruslana, que estaba de pie junto al amigo de Juanjo, enfrente de toda la clase y con Abril entre los dos. La pareja número 12.

—Muchas gracias, Rus, Lucas. Ha sido espectacular, cuánto talento. Qué trama tan rica en detalles, cómo se nota que sois de los veteranos—Abril comentaba mientras ambos chicos recuperaban sus asientos—Bueno amiguitos, nos hemos quedado sin tiempo para más. Hoy hemos hecho un ejercicio de improvisación y también uno de desprenderse de la posible vergüenza que nos pueda dar estar en esta situación, sobre todo a aquellos que llegáis nuevos. Como siempre, ha sido un placer y nos vemos el miércoles a la misma hora.

Chiara convenció al vasco de que la acompañara hasta el aseo mientras Ruslana, Juanjo y su nuevo amigo se arremolinaban alrededor de Abril, que saludaba al maño con dos besos tras la presentación por parte de Rus. Cuando Kiki salió del baño, sus amigos ya los esperaban junto a la puerta de salida.

Por un segundo, su mirada se cruzó con la de Juanjo, que miraba por encima del hombro de Lucas hacia el interior de la academia mientras conversaba. Le costó más tiempo del que jamás reconocería apartar sus ojos de los del maño, que dibujó una mueca difícil de interpretar en su rostro al tiempo que bajaba la mirada y retomaba la conversación.