5: Un día largo

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Despertó por un destello de luz. – Buenos días, Inspector.

Esteban saltó de su cama; estaba cubierto de sudor y el pelo se le pegaba a la cara; apenas tenía un par de recuerdos de lo que había soñado pero sabía que no le había gustado. Las pesadillas eran más recurrentes en aquella época del año, cuando recordaba lo que había sucedido y recurría a darle un par de tragos a lo que tuviera a mano para olvidarlo estaba en camino de tocar fondo, pero todavía le quedaba un poco, todavía. Fran se encontraba al lado de las cortinas, con el mismo traje que había llevado hacía tres días, cuando se conocieron, y la postura igual de erguida.

– Son las doce del mediodía, es hora de levantarse e ir a comisaría. He recibido un correo del agente Agustín Pardella, se ha notificado un nuevo asesinato en el centro. – Hablaba mientras se comenzaba a mover por la habitación.

–¿Se puede saber qué demonios estás haciendo aquí? – se había llevado una mano al pecho, tratando de calmar la velocidad a la que le martilleaba el corazón debido al susto de ver al androide allí de pie.

–No era mi intención asustarle, Inspector. – aunque su voz neutral de siempre no parecía muy consternada por haberle asustado en realidad. Para ser un androide capaz de modular su voz con la intención de imitar emociones humanas, tendía bastante al tono neutral que le hacía parecer que todo le daba bastante igual. – Le he buscado en comisaría pero no estaba, así que fui por la zona a ver si le encontraba y finalmente llegué a su casa, sus compañeros me informaron de que se podría encontrar aquí.

Esteban rodó los ojos. – Que bien.

– Le he llamado varias veces pero no contestaba al teléfono, tampoco al timbre, así que me tomé la libertad de entrar por la ventana trasera, que estaba medio abierta. Si yo fuera usted, me molestaría en cerrarla, cualquiera podría colarse con facilidad en su casa; no me ha costado más de un intento.

–Si alguien quiere entrar en mi casa, va a entrar, tenga las ventanas abiertas o no. – había visto muchos tipos de robos, hurtos y allanamientos de morada, la gente sabía buscarse la forma de entrar en las casas de los demás, aunque estas estuvieran muy bien aseguradas. Esteban no tenía ningún tipo de seguridad, solo un perro que debía estar durmiendo en su caseta en aquel momento y probablemente no se habría enterado de la llegada del androide porque tenía un problema de olfato debido a la vejez. –Hazme el favor y espérame en el coche.

–Preferiría quedarme para asegurarme de que se prepara rápido. No tenemos tiempo que perder.

Esteban se pasó una mano por la cara. – No necesito que te asegures de nada.

–Ya le he sacado la ropa para hoy, iré a hacer algo de desayuno y saldremos en 15 minutos. Ya he contestado de vuelta al agente Pardella para decirle que estaríamos pronto en camino y que queda en nuestras manos. – y tras decir eso, salió de la habitación.

Esteban se dejó caer de nuevo en la cama y resopló, ¿qué estaba haciendo de su vida? Tenía treinta años, vivía solo, no tenía apenas amigos y su trabajo lo volvía loco cada día más y ahora ese androide. No se podía creer que le acabase de dar una orden, supuestamente eran los humanos los que les daban las órdenes a ellos, no al revés. Se levantó con cierto esfuerzo y vio que, efectivamente, Francisco le había dejado un conjunto sobre la silla que tenía al lado del espejo; un pantalón marrón oscuro y una camisa blanca con unos pantalones negros y corbata del mismo color.

Se levantó a duras penas, todavía le daba vueltas la cabeza de la noche anterior, no recordaba exactamente qué había hecho; recordaba salir de comisaría, pasar por casa a cenar algo y luego volver a salir hacia el bar de Monty, que ya conocía más que de sobra, y allí había pasado las horas. Jugaban los Blackers de nuevo, así que pronto tendría a Pardella contándole los detalles que él se había perdido por completo, estaba demasiado ocupado en su bebida. Tenía un vago recuerdo de llegar a casa, tirar toda su ropa por el suelo, ponerse la bata de la ducha y meterse en cama.

Project Human: Matienzo&KukufranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora