-Buenos días, soy su profesora de música durante este año. Me llamo Roseanne Park pero me pueden decir Rose- Dice finalizando con una sonrisa de oreja a oreja.
-No puede ser, ¿ella es la profesora?- Susurré.
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Y como si todos estuvieran en mi contra me dejaron de última, sin más opción de esperar a tener espacio para salir, aún sabiendo que por más que lo intentara no me libraría de ella. Y como si fuera psíquica me frenó antes de salir.
-Por si no estabas segura de a quién amo- Dice tomando mi brazo dándome la vuelta para quedar frente a frente -Es a ti y siempre va a ser asi, por más momentosvmalos que hayan siempre, siemprevte voy a amar- Miró hacia los ladosvasegurándose que no hubieravnadie y me dió un rápido pero tierno beso.
-Rose yo.. Me interrumpió.
-Solo ve a clases, a la salida nos vemos en la cafetería de siempre y vamos a mi casa, te amo- Me dió otro beso para luego empujarme fuera del salón y cerrar la puerta detrás de mi.
-También te amo- Dije en susurro para irme a mi salón.
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Lo que no sabía es que alguien me habia escuchado diciendo te amo y no precisamente Rose.
-Disculpe profesor estaba hablando con la señorita Park de un trabajo- Me disculpé con el profesor el cual no tenia muy buena cara.
-Solo entra y escribe lo que está en la pizarra- Responde brusco.
Yo solo asentí y me dirigí a mi lugar, Kai me miró divertido y haciendo muecas por el profesor, yo solo trataba de no reír muy alto, miré a un lado de el y estaba Jenn mirándome y sonriendo. Yo la miré y le devolví la sonrisa, no quiero perderla, es decir, la conozco desde que tengo memoria.
-Hey Lisa- Dice Kai susurrando.
-Qué pasa?- Respondí de la misma manera y viendo al profesor.
-Creo que Jennie está siendo la misma de antes, ahora me tomó de la mano- Estaba muy emocionado, se le nota que ama mucho a Jennie y saben mepone feliz que no los he perdido a ambos.
-Que bueno Kai- Le sonreí
-Te dije que solo estaba un poco confundida, es lo normal. En todas la relaciones pasa- Lo miré y le guiñé, notando que Jennie no me quitara la mirada de encima, hasta que la campana sonó asustándonos a las dos, ya que al parecer yo tampoco le quitaba la mirada.
