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Para cuando Alana llegó a casa, alrededor de las dos de la mañana, el alcohol ya había desaparecido por completo de su sistema, sin embargo, aún se sentía intoxicada, no pudo hablar mucho con Enzo después de la ronda de fotografías y toda la farándula que el actor invocó con su mera presencia, sin embargo, el chico se encargó de hacerle saber que seguirían en contacto.

—Tenemos que terminar esta conversación eventualmente por teléfono—había bromeado en su oído mientras algunas personas grababan la interacción—. Tenés que avisarme cuando escribas algo nuevo, muero por leer cualquier cosa que salga de tu mente.

Así que ahora se encontraba parada en medio de su departamento, con el corazón latiendo a mil por hora y con el número telefónico de su actor favorito en su lista de contactos, Alana miró la pantalla de su celular y lo dejó en la mesa, no había manera en la que ella fuera a mandarle un mensaje a Enzo, ¿qué se supone que le diría?

Pero sabía que si por cosas del destino él llegara a llamarle o mandarle un mensaje, ella no pensaría dos veces en responder.

Alana se quitó los pendientes y corrió emocionada hacia el estudio para platicarle a su novio sobre cómo había conocido a Enzo (claro, evitando ciertos detalles, como todos los que delataban la manera en la que el chico había despertado cosas en ella que no sabía que existían) Sebastián era consciente de lo mucho que Alana admiraba a Enzo como actor, irónicamente, la primera película que habían visto juntos había sido protagonizada por el mismo uruguayo.

Cuando abrió la puerta del estudio no se encontró con más que el monitor encendido, un escritorio repleto de tazas de café a medio terminar y un olor a cigarrillo, ¿desde cuándo Sebastián había vuelto a fumar? Alana se recordó a sí misma que a la mañana siguiente, después de su entrevista, limpiaría el lugar.

Se encaminó hacia la habitación que compartía con su novio, la puerta del baño se encontraba abierta y ahí encontró a Sebastián de espaldas lavándose la cara.

El chico levantó la mirada para verla tras el espejo, el regaló una sonrisa y una vista cansada, Alana olvidó por un instante los acontecimientos de las horas anteriores, no podía evitar sentir una calidez en su pecho cada que veía a Sebastián, siempre se encontraría eternamente agradecida con él, pues Sebastián había aceptado editar su obra cuando nadie había confiado en ella, en ese entonces ella apenas había escrito un par de relatos cortos para concursos de la universidad y sitios web, Alana era consciente que sin Sebastián, no estaría parada en esta preciosa ciudad.

—¿Cómo te fue?—preguntó él secándose la cara y dándose vuelta para verla frente a frente.

Alana arqueó las cejas, la sonrisa de Enzo volviendo a sus pensamientos.

—Conocí a Enzo—hasta su propia declaración le sorprendió.

—¿Enzo?

—Enzo Vogrincic, charlamos un poco y todo—dijo emocionada.

—Genial—dijo él protruyendo el labio inferior, Alana parpadeó varias veces, acababa de decirle a su novio que había conocido a su jodido ídolo y él sólo decía genial.

Actuaba como si Alana se hubiera topado con el vecino de la puerta de alado.

—Me dijo que le gustó bastante la saga de arco de sangre—mencionó.

—Todo mundo que hable español y sepa leer dice eso, cariño—dijo él con tono de obviedad y hasta rodó los ojos—. Seguramente te lo dijo para caer bien, ¿le mencionaste que la primera película que vimos de él fue aquella...la de las montañas?

Alana parpadeó varias veces incrédula, años atrás, cuando había visto La sociedad de la nieve con Sebastián, sintió que su vida había cambiado por completo, ella no había vuelto a ser la misma.

high infidelity ; Enzo Vogrincic.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora