9.

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Alana se separó abruptamente de Enzo en cuanto le comenzó a faltar el aire, al igual que ella, Enzo se encontraba agitado, haciendo lo posible para obtener la mayor cantidad de oxígeno posible.

—No te vayas—susurró Enzo con sus manos sobre las mejillas de Alana—. Por favor, no te vayas como el otro día.

Alana acarició las muñecas del hombre, si se supone que lo que acababan de hacer estaba mal, ¿por qué se sentía tan bien?

—No me iré—respondió en un murmuro.

A los pocos segundos los labios de Enzo estaban sobre los de ella nuevamente, una oleada de calor la invadió por completo, los labios de él eran suaves y se movían contra los de ella con suma delicadeza, mientras que sus manos no permitían que el rostro de Alana se alejara, era como si él temiera que ella fuera a huír como aquella noche y que esta ocasión haría lo que fuera para mantener a Alana lo más cerca a él posible.

Alana subió las manos desde los hombros de Enzo hasta su cabello, entrelazando algunos mechones entre sus dedos, él soltó un jadeo que se quedó atrapado en su garganta como respuesta, ella sintió que sus piernas le fallarían en cualquier momento.

Sólo se estaban besando y ella ya estaba sintiendo más de lo que lo había hecho en toda su vida, todo su cuerpo se encontraba temblando y respondiendo automáticamente al toque de él, como si estuviera diseñado para él.

Enzo hizo que ella retrocediera unos cuantos centímetros, por lo cual ahora la espalda de Alana se encontraba firme contra la pared, el beso ya no era tan suave como al principio, ahora era un beso desesperado, las manos de Alana tirando cada vez más el cabello del chico, él bajó las suyas por todo su tronco y las colocó sobre sus caderas, hizo un ligero apretón que provocó que ella gimiera sobre sus labios.

Alana soltó un sonido de protesta cuando los labios de Enzo se despegaron de los suyos, pero inmediatamente sintió ese húmedo tacto en su mandíbula que comenzó a bajar por su cuello con pequeños besos, Enzo le besaba el cuello como si su vida dependiera de ello.

—Enzo—murmuró, no porque quisiera que parara, al contrario, su voz delataba imploración, él pareció entenderlo, porque profundizó sus movimientos.

Alana se mordió el labio inferior tan fuerte que saboreó su propia sangre, estaba apunto de meter sus manos por debajo de la camisa de él cuando un carraspeo provocó que se separaran de golpe.

—Mierda—maldijo Enzo, su pecho subía y bajaba rápidamente, sus mejillas se encontraban sonrojadas, Alana sintió que la sangre se le iba a los pies.

Lucía estaba ahí con los brazos cruzados.

—Tenés suerte de que haya sido yo la que los haya visto en esa posición tan comprometedora—se dirigió a Enzo, ni siquiera se molestó en mirar a Alana.

—Lucy...

—No diré nada, obvio, además no es como que tenga pruebas—dijo—. No me importa ella, pero la finta de alguien que participa en una infidelidad no te pinta para nada bien, no sos esa clase de persona.

Alana se abrazó a sí misma, se sentía tan avergonzada, su relación con Sebastián había sido turbulenta en los últimos meses, pero no merecía eso.

Tampoco Enzo.

—El estudio está apunto de cerrar, salgan antes de que alguien más los vea—les ordenó—. Nos vemos mañana—se despidió de Enzo y desapareció del radar.

Alana se pasó los dedos por los labios sin importarle que Enzo siguiera ahí, que la estuviera observando tan detalladamente, se notaba que su cabeza estaba hecha un lío.

high infidelity ; Enzo Vogrincic.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora