10.

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—Hemos llegado—anunció el taxista.

Alana se sobresaltó al escuchar la voz del hombre, estuvo todo el camino absorta en sus pensamientos que no había estado prestando atención del recorrido, se limpió las lágrimas rápidamente y agradeció que la ciudad estuviera a oscuras como para que el pobre hombre pudiera notar que ella había estado llorando desde que se subió al auto, había una tonelada de emociones en ella: la nostalgia de estar cumpliendo años lejos de su familia y amigas, la discusión que había tenido con Enzo el día anterior y claro, la cereza del pastel, Sebastián olvidando su cumpleaños.

—Eh, aquí no es—respondió Alana mientras entrecerraba los ojos para poder tener una mejor visión desde la ventana, no se encontraba muy lejos del departamento de Enzo, reconocía esa avenida, pero definitivamente no estaba frente al edificio como había planeado.

—Es la dirección que puso en la aplicación—dijo el señor, Alana sacó su celular y abrió la aplicación, efectivamente, había colado el pin del destino en el lugar incorrecto del mapa, había salido tan apresurada del departamento y había tenido tantas cosas en mente que no se había asegurado de colocar la dirección del departamento correctamente, soltó un suspiro de desesperación, todo en ese día estaba saliendo cada vez peor.

—Mierda—maldijo para sí misma—. Puse la dirección mal, el lugar al que voy está a unos 15 minutos de aquí—dijo.

—La puedo llevar si gusta, pero serían unos 5 euros más.

—¿5 euros?—exclamó sorprendida—. Son menos de 2 km—dijo casi ofendida.

—La tarifa es más cara durante la noche—dijo el hombre con tono de obviedad viéndola por el espejo retrovisor.

—Vale, aquí tiene—dijo ella dándose por vencida y entregándole los 5 euros que faltaban de la cuota.

—Eh...le faltarían los otros 15 de este viaje.

—¿Cómo qué otros 15?—preguntó ella confundida—. La cuota de este viaje ya la pagué desde la aplicación.

—Señorita, puso que iba a pagar en efectivo—respondió el señor.

Alana volvió a ver su celular, tampoco había pagado el viaje con tarjeta como había creído.

Era una idiota.

Esto era culpa de Enzo por siempre pedir los taxis por ella.

—Mire, déjeme aquí—dijo ella—. Y aquí tiene lo del viaje—le entregó el resto del dinero, aunque quisiera, no podía tomar otro viaje hasta la casa de Enzo, pues ya no tenía suficiente efectivo.

—Buenas noches—dijo el taxista de mala gana, probablemente por el lío que Alana acababa de hacerle pasar.

—Buenas noches—salió el auto.

Caminó rápidamente hacia la dirección del departamento, por suerte se sabía el camino de memoria, apenas dio unos cuantos pasos más volvió a llorar, al menos podría hacerlo tranquilamente hasta que llegara al edificio de Enzo.

Pero claro, porque el universo la odiaba en su jodido cumpleaños, una gota cayó sobre su cara y comenzó a llover.

˖⁺‧₊˚♡˚₊‧⁺˖

Enzo no tenía idea de cuánto tiempo había estado viendo la pantalla de su celular fijamente.

Tal vez sí tenía idea, pero se encontraba demasiado avergonzado como para admitirlo.

¿Había sido demasiado la manera en la que había felicitado a Alana? No había dicho nada que no sintiera, en verdad apreciaba a la chica, más que eso, la quería.

high infidelity ; Enzo Vogrincic.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora