27.

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Las pasadas tres semanas se sintieron como un verdadero sueño, Alana se había encariñado aún más con la familia de Enzo, iban de compras, se hacían las uñas y todas las cosas que Alana se había privado de hacer por no tener amistades femeninas, una vez las mujeres se fueron, Enzo le dedicó todo su tiempo a ella, al fin habían aprendido a cocinar y hornear sin estar apunto de quemar la casa, por lo que una de sus actividades favoritas era experimentar en la cocina, claro, con cientos de distracciones como bailes y besos en lo que la comida estaba lista, también habían visto un montón de películas y leído dos libros en conjunto.

La vida en verdad era maravillosa, claro, si ignoraban el hecho de que esos eran sus últimos días juntos.

No habían conversado más sobre el elefante de la habitación y Alana no sabía que era más doloroso: Si saber que esos eran sus últimos momentos juntos o ignorar ese hecho.

Cualquiera que fuera la respuesta, no podía negar que había pasado las mejores tres semanas de su vida, también habían vuelto a la playa por una semana entera, en donde Zola pudo jugar en la arena (esta vez no se la llevó las olas, gracias al cielo).

Literalmente hablando, empacar no fue nada difícil, Alana no tenía mucha ropa y todos sus libros cupieron perfectamente en una caja de cartón, sin embargo, metafóricamente hablando, empacar le resultó la cosa más difícil que alguna vez haya hecho en su vida, no creía poder volver a usar esa ropa o volver a leer esos libros sin pensar en Enzo y en los maravillosos meses que pasó a su lado.

—Quisiera que esto hubiera sido diferente—carraspeó Enzo con voz triste mientras Alana terminaba de guardar su último par de zapatos, cuando se permitían hablar de cómo había terminado la relación, Enzo no dejaba de culparse a sí mismo por no haber sido más honesto y realista desde el principio.

—En—dijo ella acercándose y tomándolo del rostro, sus ojos se veían pesados y cansados y ella odiaba saber que era parte de esa tristeza—. Eres la persona más maravillosa que alguna vez haya conocido, y si tuviera que elegir volver a vivir todo esto aún sabiendo el final, lo haría sin pensarlo, porque tú vales la pena, sean unos meses, un par de semanas o unos cuantos minutos, ¿me escuchas? Estoy tan agradecida y feliz por haber podido vivir esto contigo.

—¿Crees que algún día nos volvamos a encontrar?—preguntó él, Alana inmediatamente sintió su labio inferior temblar, había llorado más en las últimas horas que lo que lo había hecho en los últimos meses, quizá estaba intentando parecer fuerte frente a Enzo, pero por dentro, sentía que todo se rasgaba y rompía.

—Sí—afirmó—. Quizá en otras circunstancias—dijo, su tono sonaba como premio de consolación, la mera idea de poder volver a estar con Enzo en un futuro la mantenía cuerda.

—Yo también volvería a vivir todo lo que pasé con vos—respondió acariciando su mejilla, Alana no pudo más y se rompió en los brazos de la persona que mejor la conocía en el mundo.

˖⁺‧₊˚♡˚₊‧⁺˖

Enzo podía recordar cada una de las rupturas amorosas por las que había pasado a lo largo de su vida, la primera fue a los 15 años, cuando su novia del colegio, María, lo terminó porque se dio cuenta que "él era muy bajito para ella" tres años después, conoció a Bea, a sus cortos 18 años pensó que era a indicada, hasta que la encontró besándose con su mejor amigo de ese entonces, después llegó Sonia, su relación más seria de esas tres, él tomó la decisión de romper con ella por diferentes factores, fue doloroso, pero pudieron permanecer como viejos amigos lejanos.

Sin embargo, jamás creyó experimentar una ruptura como la que estaba experimentando con Alana, donde el amor era tangible, donde no habían segundos pensamientos por parte de ninguno, donde era la mera vida y el destino los que se metían entre ellos dos.

El amor que sentía por Alana era algo que no podía poner en palabras, eran colores, olores y una gama amplia de diferentes emociones, era estar maravillado por cada cosa que ella hacía o creaba, era estar enamorado de su mejor amiga, de su confidente, de su compañera en crimen, pero si se querían tanto, ¿por qué tenían que terminar de esta forma? Ambos se encontraban en el aeropuerto, con un pasaje de avión con destinos diferentes en las manos.

—¿Me mandarás fotos de ella?—preguntó Alana con voz ronca, tenía los ojos hinchados y pequeñitos de tanto llorar, estaba aferrada a Zola, ambos habían tomando la decisión de que Enzo se la llevaría, a pesar de tener una agenda mucho más apretada que Alana, era evidente que la gata hace mucho tiempo había elegido a un favorito, Enzo se sentía fatal al respecto, pero a la vez se sentía agradecido de saber que al menos tendría la compañía de su fiel amiga felina.

—Claro que sí—respondió él asintiendo varias veces con la cabeza, Alana le sonrió y regresó a Zola a su transportadora, apenas tuvo las manos libres, Enzo se apresuró a abrazarla fuertemente, no podía estar un minuto más sin tocarla, Alana respondió el abrazo con la misma efusividad.

—Enzo—chilló—. Te voy a extrañar—repitió por enésima vez.

—Yo también te extrañaré un montón—dijo él.

Cuando se separaron Enzo la tomó de las mejillas, analizó meticulosamente su rostro, no quería perder de vista ninguna pestaña, ninguna peca o pliegue, quería recordarla por completo.

Enzo sabía que no había un amor más puro que el que había entre ambos, porque a pesar de esa enorme y fuerte pasión, estaban dispuestos a poner sus sueños primeros, y quizá de eso se trataba estar completamente enamorados.

—Vuelo 313 con destino a Ciudad de México, favor de acercarse a la puerta 9—se escuchó desde los parlantes, Alana se puso rígida bajo el toque de su ahora ex pareja.

—Esa es mi llamada—dijo limpiándose las lágrimas, Enzo asintió—. Gracias por todo—dijo inclinando la cabeza, Enzo no podía hablar, no podía gesticular, usualmente Alana lo dejaba sin palabras, desde hace mucho tiempo se había dado cuenta de eso, lo dejaba sin palabras cuando decía alguna ocurrencia o cuando lo miraba con esos enormes ojos marrón, también lo dejaba sin palabras cuando lo tocaba de la manera que sólo ella lo podía hacer, pero nunca se imaginó que lo dejaría sin palabras bajo estas circunstancias, en donde le estaba rompiendo el corazón.

Alana se limitó a dejar un húmedo beso en su mejilla derecha y alejarse con pasos lentos.

—¡Lana!—le gritó cuando Alana estaba a casi dos metros de distancia, ella se giró para prestarle atención, él dijo las palabras que se había guardado durante mucho tiempo—. Te amo—dijo sintiendo como su corazón chocaba frenéticamente contra su caja torácica, Alana sonrió tristemente.

—Te amo más—gesticuló sin soltar sonido, Enzo se llevó la mano al pecho.

Un te amo jamás se había escuchado así de triste antes. Y era una verdadera lástima que se hubieran atrevido a decirlo hasta que se separaron. 

high infidelity ; Enzo Vogrincic.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora