A pesar de que Alana llevaba un buen tiempo sin visitar la editorial, su cuerpo la transportaba por pura memoria muscular, se sintió como en casa cuando el olor a hojas y tinta invadió sus fosas nasales, el lugar no se veía muy diferente desde la última vez que había estado ahí, y aunque las oficinas que se encontraban en Ciudad de México fueran sus favoritas debido a la nostalgia que estas provocaban en ella, también le encantaban las de Sevilla.
—Alana, cuanto tiempo—la recibió la secretaria que se encontraba en el escritorio de la entrada.
—Hola—saludó Alana felizmente—. Vengo con Maricia, me pidió que viniera cuanto antes—informó mientras le mandaba un mensaje de texto a Enzo para avisarle que había llegado a la editorial con bien.
—Te está esperando en su oficina.
Alana le sonrió en agradecimiento y subió por el elevador hasta la oficina de Maricia, en los pasillos se encontraban retratos de las portadas de los libros más aclamados de la editorial, entre ellos por supuesto, la saga de Alana.
Debido a la confianza que se tenían, Alana entró a la oficina sin tocar, la sonrisa de su rostro se borró al notar que Sebastián se encontraba sentado ahí.
—¿Qué hace él aquí?—preguntó Alana elevando la voz más de lo normal, sintiendo de inmediato la necesidad de salir corriendo del lugar.
—Alana, siéntate por favor—le indicó Maricia pacíficamente, ¿cómo podía pretender que lo que le estaban haciendo estaba bien?
—No pienso sentarme si él está aquí—replicó, Sebastián la miró con aburrición desde la otra silla—. Tiene una jodida orden de aprehensión, si no se va, le hablaré a la policía—dijo sacando su celular con manos temblorosas.
—Me voy para que platiquen tranquilas—dijo Sebastián apunto de pararse, pero Maricia le hizo una seña con la mano para que volviera a sentarse.
—Necesitamos hablar entre los tres, por favor, Alana—dijo Maricia con ojos suplicantes, Alana tomó una bocanada de aire e intentando mantener la compostura se sentó en en la otra silla, no sin antes intentar alejarla de Sebastián lo más posible, hace semanas que no lo veía.
—Pudiste avisarme que estaría aquí, al menos—se quejó.
—Ambas sabemos que no hubieras venido si te lo hubiera dicho—respondió Maricia con tono apelativo, Alana chasqueó la lengua al escucharla, lo decía como si eso fuera su jodida culpa, si hubiera sabido que Sebastián estaría ahí, al menos le hubiera podido decir a Enzo que la acompañara, no podía evitar sentir miedo ante la presencia de Sebastián.
Dios, Enzo se pondría furioso cuando se enterara que Maricia le había hecho tal cosa.
—¿Podemos al menos hacer esto rápido? Por favor—rogó, su ante asintió fuertemente.
—Sé que ambos se encuentran escribiendo en este momento—dijo Maricia—. ¿Tienen un aproximado de en cuánto tiempo terminarán los respectivos libros?
—Un par de meses más, yo creo—dijo Alana, no tenía fecha exacta, pero en ese tiempo había avanzado hasta ¾ del libro.
—No tengo fecha definida, estoy escribiendo a mi propio ritmo—respondió Sebastián, Maricia lo miró fijamente y soltó un suspiro.
—Entiendo—dijo la mujer—. Alana, seré directa, no podemos publicar tu libro hasta que el de Sebastián esté listo.
Alana frunció el ceño al escucharla, Sebastián podía pasarse años escribiendo ese estúpido libro.
—No puedes hacer esto, no sabe cuándo lo va a terminar, el mío queda listo en unos meses, lo adelanto si quieres—exclamó rápidamente, para terminarlo más pronto tendría que sacrificar algunas horas de sueño, pero estaba dispuesta a hacerlo de ser necesario.
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high infidelity ; Enzo Vogrincic.
FanfictionAlana Lomelí tiene todo lo que alguna vez soñó: Un best selling en Latinoamérica, un departamento en España y un novio para compartir sus triunfos, sin embargo, todo cambia una noche, cuando su actor favorito le confiesa que ella es su autora favori...