Aceptación

100 57 11
                                    


Todos llevamos demonios por dentro, unos tardan años en salir, otros tal vez meses. En mi caso, forzar las cosas era pelear con ellos, y no estaba muy segura de querer sacarlos nuevamente a la luz una vez enterrados.

Pese a que lo estaba intentando, no podía tapar el sol con un dedo o simplemente fingir que algo me agradaba de la noche a la mañana cuando no es así, y René se dio cuenta aquella mañana al llegar a la oficina.

Mientras caminábamos por el pasillo principal, sentí su mano rozar la mía, pero aún no lo aceptaba. No estaba lista para hacer pública nuestra relación, no estaba lista para que todos supieran que él era mi novio. Todavía estaba luchando con mis propias emociones y no quería que nadie lo supiera. No es porque sintiera pena por estar con él, estoy segura de que más de una mujer estaría encantada de ir de su mano. Lo mío seguía siendo miedo.

No deseaba chismes, malos entendidos en la oficina, no quería que todos hablarán de mí luego de conseguir levantar mi imagen en la empresa durante meses. Lo que menos deseaba era que todos pensaran que me estaba revolcando con René para ganar poder, cuando no era así. Para unos fue repentino mi ascenso, para otros no tanto, así que trabaja día y noche por mantenerme arriba y no caer.

-¿Estás bien?, Preguntó él, notando mi reticencia a tomar su mano -¡Sí! Solo estoy pensando en mi próxima reunión en 30 minutos, mentí, tratando de apartar las palabras de mi subconsciente.

Subimos al ascensor que estaba solo, él aprovechó y tomó mi mano para entrelazarla, en ese instante alguien abrió las puertas y las solté de inmediato. Él se fijó y me miró pensativo -No tienes que hacer esto si no quieres- susurró en mi oído, dejó ir mi mano, y sentí un vacío en mi corazón.

Me sentía mal, un poco confundida ¿Estaba haciendo bien en poner distancia entre nosotros en la oficina? Miles de preguntas comenzaban a llegar a mí y sentí un poco de ansiedad.



+++++++++++



Al llegar a mi puesto, Emilia me esperaba con un café y desayuno, ella me conoce y sabe cómo hacerme feliz luego de una pijamada tan caótica como la del día anterior. Se veía que estaba haciendo un esfuerzo por mantenerse de pie; sin embargo, quienes estamos día y noche con ella sabemos que por dentro estaba hecha bolita.

-Gracias Emy- dije tratando de sonreír, pero me salió una mueca

-Vaya jefa, yo soy la que está deprimida, y tú qué deberías estar lanzando flores ¿Estás triste?- Abrió la puerta para que entráramos y se instaló en la silla frente a mi escritorio.

-No sé qué hacer-Sostuve mi cara en el escritorio entre mis manos- Me gusta su compañía, disfruto cuando estamos juntos, y es tan detallista, tiene sentido del humor, hay tantas cosas buenas de él, que a veces siento que yo soy la mala del cuento- me sinceré- ella hizo un ademán para que continuara, me levanté y comencé a dar círculos en la oficina- Hace un momento René quiso entrar de la mano, pero, yo la aparté, me miró decepcionado o tal vez triste Emy, ¡Ay no! Siento que ya perdí entrenamiento en esto del amor.

-¿No crees que estás siendo prejuiciosa?- entrecerró sus ojos- Recuerdo que una vez comentaste que no deseabas tener una relación en la empresa, pero déjame decirte que es tu momento, no tienes la menor idea si él es el amor de tu vida, o el futuro padre de tus hijos okay puede que esté exagerando- Me detuvo cuando la quise interrumpir- o lo que tú quieras- me acusó con su dedo- Hay muchas mujeres que desearían estar con él, además está derretido por ti amiga, no le des el camino libre a ninguna- Se levantó de su silla y se acercó- En 10 minutos tenemos que salir.

Sin RetornoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora