Sin retorno

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2 años atrás

Antonio había cambiado, tres años de relación en los que el primer año todo fue color de rosas, pero desde hace 6 meses tiene una actitud que no comprendo, de mi parte nada había cambiado, pero él definitivamente si lo había hecho-pensaba mientras lo veía conversar con uno de sus amigos a mi lado en aquel bar que le encantaba frecuentar.

-Eva quita esa cara- me susurró cuando se giro, aprovechando que Erick había ido por más bebidas a la barra.

-Es la única que tengo Antonio- dije ya cansada de estar 3 horas escuchando la misma charla de Erick diciendo que Laura lo había dejado por otro, patético si me lo preguntan, él no era digno de ella.

-Te lo advierto comienza a sonreír o nos vamos de aquí- dijo mientras me tomaba por el brazo fuerte- force una sonrisa hipócrita y me levanté para ir al baño.

Me solté de su agarre y camine lo más rápido que pude al baño. Me mire en el espejo y lo que ví no era ni la sombra de Eva, la alegre y entusiasta de hace casi tres años atrás. Rodó una lágrima por mi mejilla y un sollozo escapó de mí.

Sonó la puerta de uno de los cubículos y rápidamente me limpié la mejilla, no quería que nadie se enterara de mi estado. Sin embargo, mis intentos fueron en vano.

-Es momento de huir de allí- escuché decir, levanté la mirada encontrando una rubia que señalaba mi brazo. No me había percatado del pequeño hematoma que se había formado en él.

-Es la primera vez que lo hace, dije intentando justificarlo.

-Y no será la última créeme- dijo tomando mi mano, su mirada era dulce y sincera - me llamo Emilia

Unos golpes en la puerta y un grito con mi nombre nos hicieron voltear.

Emilia comenzó a escribir en un papel que no sé de dónde lo sacó, y salió del baño dándome una última mirada. Lo abrí y contenía un número, lo guarde en mi bolso me mire por última vez en el espejo y salí encontrándome con los ojos negros llenos de rabia de Antonio, esos que tanto me estaban atormentando.

-¿Qué tanto hacías en el baño?- dijo recargado en una pierna y con los brazos cruzados.

Lo miré seriamente y salí del bar con rumbo al estacionamiento.

-Eva te estoy hablando- Insistió

-Ya no quiero más esto, no sé en qué etapa de nuestra relación pasamos de amarnos a dejar que esto se derrumbara, no merezco esto Antonio, ya no más- Dije encarandolo

-No sabes cuánto me alegra que seas tu quien sacó esta conversación, un peso menos para mí, ya no te soporto, odio tu olor, tu estúpida sonrisa, tu manera de ver la vida, ya no te amo- dijo de manera fría.

Comenzó a caminar al auto mientras yo lo miraba atónita por sus palabras, se subió y arrancó, dejándome con un terrible dolor en el pecho, y con miles de dudas en mi cabeza.

No sé cuánto tiempo dure viendo hacia el mismo lugar donde se fue, que comenzó a sonar mi teléfono, contesté sin mirar el nombre.

-Hey Eva, ¿Dónde estás?- dijo mi mejor amigo Andrés- Comencé a llorar

-Mandame tu ubicación ya- demandó, envíe lo que me pidió por Whatsapp y en 6 min estaba aparcando a mi lado.

Subí en piloto automático, en estado de shock, él no pronunció palabra alguna hasta que llegamos a su apartamento, un lugar lindo y acogedor cómplice de nuestras aventuras y anécdotas, que ese día era mi refugio para aquel dolor.

Me senté en el sofá, busque su mirada y pronuncié:

-Me dejó y se fue sin más Andrés- Corrió hacia mí y me abrazó.

Un mar de lágrimas se desató, aquella noche fría y larga, bebimos todo el alcohol que soportó nuestro sistema y caimos rendidos, hasta la noche del día siguiente, si no es por un sonido insiste que sonada en todo el departamento, de seguro no despertabamos.

-Por Dios Andrés contesta ese teléfono del demonio, no soporto mi cabeza, dije mientras la tocaba y masajeaba mis sienes.

-Ya voooooy intensa, gritó mientras gateaba hacia la cocina, una escena digna de reír, pero que en ese momento no tenía animos por el terrible dolor de una resaca.

- ¿QUÉ?-lo ví levantarse y correr hacia mí, en el proceso se resbaló y comenzó a gatear de nuevo hasta llegar lo más rápido que pudo, se sentó a mi lado y activo el altavoz- Repite lo que acabas de decir Julia

-Te decía que Amanda publicó en su estado de WhatsApp una foto con Antonio, y menciona su compromiso. ¿Desde cuándo no es novio de Eva?

-Hablamos luego, le colgó y se giró hacia mí- lo mire con los ojos bien abiertos, porque sí , la resaca se me había ido en menos de un minuto al escuchar esa noticia.

-Ese imbécil lo voy a matar y picar en cuadritos, como se le ocurre engañar a mi ami- se me había olvidado mencionar que Andres es más gay que los gays.

Comenzó a buscar en su teléfono hasta que me lo mostró, y si efectivamente Amanda estaba comprometida con Antonio, quién hasta ayer, era mi novio.

Una especie de rabia comenzó a florecer en mí, cualquier rastro de dolor había pasado a segundo plano, como es posible que hace 24 horas era mi pareja y hoy está pensando en casarse con otra.

Me levanté y comencé a caminar hacia la puerta, Andrés me detuvo.

- No, no cariño, asi en ese estado no vas a salir, si pareces la sayona.

-Déjame ir, necesito verificar algo- Que no Eva, primero ve a bañarte y te acompaño a donde quieras ir, comenzó a empujarme a su habitación y saco una muda de ropa de uno de los cajones en dónde siempre guardaba cada que venía a visitarlo y hacer nuestras fabulosas pijamadas.

En 15 minutos estábamos listos y cambiados, rumbo al apartamento que compartía con Antonio, grande fue la sorpresa que me esperaba.

Mis cosas estaban en recepción tiradas como si de un trapo viejo se tratara, visualice a Amanda colocando una vieja manta que tenía, en una de las cajas y dejándola dónde estaba todo lo demás.

-Tú - Acusé con mi dedo, ¿Qué carajo haces aquí? Dije mientras caminaba hasta quedar de frente a la intrusa.

-¿Qué no es obvio querida?, ya no perteneces a este lugar, se dió la vuelta y justo cuando iba a presionar el botón del ascensor apareció Antonio con unas bolsas, justo donde acabamos de entrar. Pasó por nuestro lado sin siquiera darse cuenta de la situación, la abrazo y entraron a la caja metálica, en ese instante se dió cuenta de mi presencia y no hizo nada, ni una explicación ni una excusa, su mirada fue de indiferencia.

Y allí lo entendí todo, estuve ciega por mucho tiempo, justificando sus salidas nocturnas, sus llegadas tardes del trabajo y las constantes quejas a hacia mi persona.

Ese día enterré mi corazón y juré no volverme a enamorar. Ese día inicié un camino sin retorno.

Hola 👋 mis queridos lectores, hace unos días me animé a terminar esta historia que tenía guardada hace algunos años, espero que sia encuentras le des mucho amor y me dejes un comentario.

Nos leemos pronto!

Sin RetornoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora