El mundo de Sarah Crossrose cambia de la noche a la mañana luego de que la tragedia se cruzará con ella, momento en el que extrañas y peligrosas criaturas llamadas Oscuros abrirán la puerta a un camino lleno de espinas que los humanos ignoran. Es en...
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Las calles de Milán sorprendían a la joven, quien por primera vez estaba en Italia; graba en su memoria cada detalle, olor y sonido que venían hacia ella. Al cabo de algunas cuadras llegan a una tienda elegante que vendía espadas como objetos de colección para los humanos y en el caso de los gladius para usarlas en la caza. La tienda pertenecía a la familia Fodero, un clan neutral de centro. Allí fueron atendidas por Indrikus Fodero, quien tras ver a Sarah le da un saludo lleno de admiración y respeto. A medida que iban recorriendo la tienda éste ayudó a la joven a conseguir algunas espadas de distintos tipos del mundo, tamaños y hojas. Le iba explicando con lujo de detalles las formas en las que se podían ocultar y como podrían ser usadas, algunas en particular tenían funciones específicas debido a que la hoja estaba diseñada específicamente para matar a ciertos oscuros, ya que las pieles de ellos eran más duras que las normales. Sarah no dejaba de admirar al cazador de veintitrés años, quien medía un metro ochenta y tres; cabellos del color de negro, el cual llevaba trenzado; piel blanca y ojos almendrados. Pero una de las cosas que más le llama la atención fue que nunca dejó de mostrar admiración hacia ella.
—Alguna de las mejores espadas que han existido han sido creadas por los Crossrose. —Indrikus le da una sonrisa a la joven mientras le mostraba una katana. —Estoy ansioso y espero tener la vida suficiente para poder ver alguna espada hecha por ti. Me pregunto cómo serán. —Sarah miraba como el cazador acariciaba la hoja como si fuera la cosa más delicada del mundo. —¿Te gustaría saber cuál es la espada más mortal que ha existido? —La joven asiente. —Es una que pertenece a los Crossrose y su diseño está inspirado en varias espadas. Dicen los rumores que tiene una vaina y empuñadura blanca como la nieve y una hoja bastante particular. ¿Alguna vez tuviste la ocasión de verla? —Le pregunta a Eara.
—He escuchado de ella, pero nunca he tenido la ocasión de verla. Según dicen los rumores los que la han visto en acción han terminado muertos. Sin embargo, hay un pequeño número que no perdido la vida y tendían a ser aquellas personas que eran de confianza para un Crossrose.
—Esa espada sólo puede ser usada por un Crossrose. Si alguien llegara a robarla tendría que abandonarla debido a que se pone muy pesada y porque la espada ya le habría avisado a su dueño que estaba siendo sustraída. —Agrega Indrikus mirando a la joven.
—Eso suena como si fuese una espada mágica. — Sarah estaba curiosa.
—Todas las espadas son mágicas, porque cada una de ellas tiene alma propia. Ahora que lo recuerdo, debo sellarlas y hacer que estas espadas te reconozcan como su única dueña y formen un pacto contigo hasta el día en que tú mueras o una de ellas lo haga. —Le comenta mientras comienza a desenvainar las espadas que se llevarían.
—¿Es por ese pacto que las espadas de un cazador deben ser quemadas? —Le pregunta Sarah pensando en las de armas de sus padres.
—Todas las armas tienen alma, no importa de qué tipo sean. Es por eso por lo que deben ser destruidas. Con todas las armas que compres hoy día tendrás que hacer un pacto. Por favor extiende tu mano izquierda y di en voz alta que prometes que vas a protegerlas y cuidarlas hasta que la vida de alguna de ellas o la tuya se extinga. —Sarah extiende las manos sobre las espadas y el cazador toma una daga de plata. La mira para que dijera las palabras que le menciono.