Mi cita con mi hermosa poesía

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Después de eso el tiempo transcurrió, la salida llegó a su fin, y los jóvenes se despedían antes de irse, sin duda a aquella brisa primaveral que cruzo hizo revolotear el cabello, sinceramente una vista cautivadora a los ojos de Victor que resplandecian por la imagen frente de el, se esbozo una sonrisa es su rostro para luego tomar camino al interior de su hogar.

-Bienvenido, ¿Cómo te fue?- se escuchó apenas había cruzado la puerta, esa dulce voz que lo hacía sonreír con el simple hecho de hacerse presente, lo había encaminado a la cocina donde su madre preparaba la cena, el joven en un silencio comenzó a ayudarle, ninguno decía palabra alguna, pero la forma de las acciones reflejan más que las palabras mismas.

Después de haber ayudado a su madre el joven subió a su habitación donde observo que le había llegado una notificación, Victor reviso está, y vio que pertenecía a Layla, mensaje de texto: ¡Hola,Victor! Te quería preguntar si podríamos salir antes del fin de semana a la tienda que te mencioné antes, debido a que la próxima semana no creo poder.


Victor leyó atentamente, y enfrentó un dilema, ansiaba ir al lugar del que le hablo la chica, pero ese día su padre llegaba, lo pensó un momento y dedujo que podría salir con ella antes de que su padre volviera, y después lo iría a recibir, y tan tan, problema resuelto, acepto la petición de Layla.

Viernes

Victor se levantó de un gran ánimo, hoy sería uno de los mejores días de su vida si o si, se dispuso a vestirse, hasta que una voz lo interrumpiera.

-Quien te viera, ahora sí pareces mi hijo.- la figura femenina de su madre se hizo presente en el marco de la puerta.

-Miren quien lo dice, doña plantas.- dijo indignado el joven para ver a su madre.

-Con mis plantas no te metas, estaré vieja pero el doña me ofende,- hablo con indignación la mujer para mirarlo con ganas de tirarle el zapato frente a ella a su hijo.

-Ah no, ese zapato me lo deja ahí, así que vaya pensando otra cosa que no sea mi hermoso zapato,- decía el joven mientras su madre miraba hacia otro lado, su plan había sido descubierto.

-Ni modo hijo, me dijiste doña, y yo apenas vengo superando el señora, eso no se le hace a un amigo- Victor recibía miradas asesinas, mientras su madre hablaba.

-No, pues ni como ayudarle, porqué mentira no es- dijo Victor con una sonrisa inocente antes de ver a su progenitora lanzarle una chancla, la cual esquivo por los años práctica.

-En tu vida no te he pegado, pero hoy sacaste boleto chamaco-, esas palabras solo podrían significar una cosa.... ¡Corree!, ¡Que la vida es corta!, fueron las bellas palabras que cruzaron la mente de Victor antes de correr por su vida.


Su madre podría ser un ángel, pero hazle burla y te manda a conocer San Pedro. Después de que Victor sobreviviera a la muerte que corría tras de él, tomo camino a dónde había acordado llegar con Layla, un minuto después pudo visualizar a la chica que venía hacia el.


-Holaa, al fin llegué- decía exhausta la joven, Victor no tomaba tanta atención a sus palabras, su mirada fija se perdía en el collar que colgaba del cuello de la joven, lo hizo esbozar una sonrisa verla usando su regalo.

-Holaa-, el chico la mira mientras tanto.

-¿Listo?-.

Tan Hermosa Como La Poesía © || Hanne Rossy || Editando Donde viven las historias. Descúbrelo ahora