Desayuné y me vestí. Hoy era sorprendente que saliese por la puerta de mi casa con tiempo suficiente para ir con tranquilidad. Claro, que basta sea no tener prisas para que el ascensor hoy si funcionase.
Hoy sí reparé en el enorme espejo que hay en el hall de mi casa. Debido a que hoy, voy bien de tiempo, me detengo enfrente del espejo... Hay algo raro en mis ojos; ese gris turbio, hoy es un gris muy claro; casi blanco. A lo largo del espejo, me voy mirando mientras me desplazo para abrir la puerta.
Me dirijo al instituto... A, sí, hoy a primera me toca Educación Física. Llevo el pelo recogido en una cola de caballo alta. Pienso en lo que me va a tocar después, y las demás clases hasta llegar. Me dirijo al gimnasio.
Cual no fue mi sorpresa de encontrar a mi mejor amiga Catherine. Ella ayer no vino a clases, ella ni Helen ni Elizabeth. ¿Qué pasa? ¿Por qué no vino ninguna de mis amigas? Hoy estaban allí todas, a las que saludé con ánimo.
-¿Qué os pasó ayer?
-A...hicimos pellas.- Susurró Elizabeth- Te llamamos por la mañana, pero no lo cogiste.
-¿Otra vez? No escuché el teléfono. Igualmente no habría ido con vosotras. Ya sabéis que no hago pellas los miércoles.- Dije con una sonrisita, hablando en bajo.
-Es verdad.- Admite Catherine- Hay que ver lo responsable que eres.- Terminó con una pequeña carcajada sonora.
-Bueno, el lunes verás cómo se nos unirá.- Responde Elizabeth medio susurrando.
Helen estaba callada. De nuevo pensando, seguramente, en el sueño que tiene. Como todos los días.
Aparece el profesor de Educación Física, quién nos dice que nos coloquemos en grupos de tres. Esta vez escogería él los grupos.
Se me cayó el alma a los pies al ver que todos los grupos estaban hechos cuando sobraban dos personas yo y.... el chico nuevo.
El profesor nos dice que nos sentemos en los bancos para observar, porque la actividad rara que iban a hacer, se necesitaban tres personas de alturas parecidas, según él.
Me siento en un banco y el chico, aún teniendo bancos para sentarse, se sienta, justo, al lado mío. Y ahora pienso: ¿Por qué el mundo está contra mí? ¿Qué le pude hacer yo para merecer estas "casualidades"?
Al sentarse, el chico, por lo visto, no esperaba a estar toda hora en silencio.
-¿Qué casualidad, no crees?
-¿Qué quieres?- Dije con ganas de que me dejase en paz.
-Que pudieses quedar después de las clases, en la puerta del instituto.- Dijo con una media sonrisa. No me esperaba esa respuesta y él lo sabía.
-¿Y por qué iba yo a querer quedar contigo? Casi ni te conozco y preferiría irme a comer que pasar hambre solo porque tú quieras.- Fruncí el ceño.
-¿Y por qué te pones tan chulita? Ni siquiera tú sabes quién eres.- Dijo con seguridad, poniendo énfasis en las dos últimas palabras.
¿Cómo puede él saber eso? Si lo hubiese contado, él sería la última persona en decírselo, pero no fue el caso y él lo sabe. Obvio, eso hizo que mi expresión se relajase y me quedase callada, pero como dije antes, él no tenía intenciones de quedarse en silencio, y menos aún, si no le había respondido a su pregunta.
-¿Aceptas o no?- Dijo echándose para atrás, apoyando la espalda en la pared y cruzando los brazos.
Ahora sí que me interesaba hablar con él a la salida. Ahora sí que me interesaba su propuesta.
-Vale, sí, acepto.- Se me notó cierto tono de rendición en la voz, cosa que quería ocultar, pero no pude.
Suena el timbre. Era hora de la siguiente clase.
-Pues allí nos vemos.- Se incorpora, coge su mochila y se va.
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Between Life and Death
ParanormalBienvenido/a a tu nueva vida. Ya sé que no te acuerdas siquiera de tu nombre, pero no hay tiempo para explicaciones, así que te diré lo esencial: ~El Nuevo Mundo comenzará después del "Principio del Fin." Los ángeles y los demonios llevan en guerra...