𝖫𝗂𝗍𝗍𝗅𝖾 𝖲𝗈𝗅𝖽𝗂𝖾𝗋 ┊ 𝐏𝐬𝐲𝐜𝐡𝐨-𝐩𝐚𝐬𝐬 | 𝟒

「Las heridas que el demonio dejó」

Shibuya, Japón | 8 de marzo, 2138

"Él...reúne todos los requisitos para formar parte de Sibyl. Pedí que hicieran otro intento, pero el resultado terminó siendo el mismo."

Kōgami Shinya miraba desconcertado a Midorima esperando a que fuese una broma, mientras su esposa intentaba mantenerse firme ante la situación.

"¿Sibyl..no sabe de su existencia, o sí?" Preguntó el pelinegro.

"No y tampoco tardarán mucho en encontrarlo. Sería mejor que ustedes y los niños se vayan a vivir a California. Estarán a salvo allá."

"No podemos dejar Japón como si nada, pueden llegar a sospechar." Intervino Akane, ya calmada.

"No ahora, sólo que lo mediten. Pedí a varios de mis conocidos que lo vigilen y saber sus planes."

La pareja compartió miradas pensativas. Sería una decisión precipitada si lo aceptan, pero por otro lado las vidas de sus hijos pendían de un hilo.

Primero Sibyl, ahora Abarai.
Nuevamente su paz se vió truncada.

"Lo pensaremos." Akane y el inspector lo miraron. "Ellos no merecen esto. Mucho menos estarán metidos en una batalla que es nuestra."

"Shinya..."

"De todas maneras lo hablarán con su primogénita ¿Cierto?"

"Kirei ya es consciente de cómo es el mundo a su temprana edad. Aunque quisiera darle otra versión creíble de la situación, mentirle no es una opción."

Eso tomó por sorpresa a Midorima, que inmediatamente lo preocupó.

"Si tú lo dices, seguramente lo entenderá."

Kōgami activó su reloj y comenzó a contactar a Ginoza. "¿Qué tan eficaces son los inspectores que contrataste?"

"Tres de ellos son infiltrados en la familia Ōshi, ellos tienen cierto tipo de nexo con Abarai. De ahí viene la información."

"Presiento que ya lo descubrieron, después pueden saber de ti para llegar a nosotros."

"No me agrada lo que insinúas." Comentó Akane. "¿Quieres decir que si son descubiertos, le daremos el campo abierto...así de simple?"

El silencio del pelinegro era más que suficiente para afirmar su respuesta.

"Hablamos de Abarai, así sucedió con Eiko Hashimoto, Shoichi-dono y Tomoyo-san. La misma tragedia se puede repetir...o puede ocasionar algo peor."

Kōgami lo sabía, lo había enfrentado, conoce sus tácticas de ataque. Sin embargo, sentía una fuerte opresión en el pecho. Como si algo le avisara.

Aún no captaba el mensaje, pero estaba seguro de que se trataba de un mal presentimiento.

"No dejaré que suceda." Dijo Kōgami. "Por la incompetencia del ministerio, él logró escapar y no habrá segunda porque en ese entonces...lo voy a matar."

Lo último no le agradó a Akane, pero no había alternativa. Si seguía viviendo, quién sabe cuántas vidas quitaría en su regreso, al igual que Kōgami, deseaba que sus hijos no formen parte de la batalla.

Mientras tanto, una pequeña niña de cabello azabache estaba recostada en una pared, a un costado de la oficina de su padre. Había escuchado todo, a lo lejos divisó a su hermano pequeño jugando con hologramas, meditó la situación.

Si tenían al enemigo distraído, podrían llegar sanos y salvos a California. Lo único que quería era que sus padres no tengan enemigos detrás suyo.