12 (+18)

7.7K 395 274
                                    



Advertencia: este capítulo contiene ligeras escenas +18, léanlo bajo su propio criterio. Si no les gusta este tipo de contenido, saben que son libres de retirarse. Gracias.

────•◦ ◦•────

— ¿Y entonces a qué te referías? — Pregunté alejándome cien metros de Matías, aún con la cara completamente roja.

Lanzó una mirada fugaz apuntando al marcador permanente que se encontraba en la otra mesita de luz al lado del sofá en dónde él y volvió su mirada a mí.— ¿No era obvio? — Sólo pude formular un "ah" silencioso bajando la mirada al suelo.

Pero aún así no dejaría que me humillara.

Alcé la mirada — ¿Entonces por qué mierda no me detuviste, forro? — Matías alzó los hombros indicando un "no sé".

— No pensé que me fueras a dejar un chupón, che — De nuevo me encontraba con los ojos en el piso, analizándolo. ¿Debería poner una alfombra?

— No es excusa, mínimo tuviste que decirme algo, no sé, ¿cuándo viste que estaba a menos de un centímetro de vos? — El mismo gesto de nuevo, indicando que era ajeno a la situación, que no comprendía a qué me refería.

— Repito, no pensé que de la nada te ibas a creer una Cullen y chuparme el cuello — ¿Nadie necesitaba tomates? Mi cara era uno ahora mismo — Aunque creo que tuve que esperar lo peor, después de todo sin haber hablado casi nada me tocaste la cara en el baño.

— No me puedo creer que ese mismo pibito tímido que me había reclamado sea el mismo que tengo acá enfrente.

— ¿Quién te dijo a vos que yo era tímido? Vos no me conocés, si lo asumiste es problema tuyo — Era verdad. Yo sólo había asumido que Recalt era alguien tímido porque no hablaba casi nada, jamás lo ví interactuando con nadie y porque siempre andaba con la mirada cabizbaja cada vez que le hablaban. Oh. Ser reservado no es lo mismo que ser tímido, que boluda —. Y aún así me tocaste en el baño...

— Matías, córtala, dejá de decir que te toqué en el baño, ya me siento lo suficientemente culpable.

Matías rió.

— ¿Otro más antes de que volvamos a estudiar?

Lo miré confundida.— ¿Otro qué?

— Otra ronda más de..., ya sabes. Lo que empezaste.

La vergüenza que todavía estaba vagando por mi cabeza aumentó al cien por ciento de nuevo y la marca que dejé en su cuello seguía perturbándome cada vez que la miraba. ¿Qué mierda me vino a la mente?

— ¿Cómo? Ya terminó el partido de boca y river.

— ¿Piedra, papel o tijera?

— Que juego de mierda. — Matías pareció ofenderse, pues arrugó las cejas y frunció los labios.

— Buena, nena, ¿te sumas o no?

Miré en dirección al mueble en dónde estaba la TV, buscando con la vista el juego de consola que mi hermano menor solía jugar antes de que entrara en la pubertad. Matías siguió mi mirada con curiosidad.

Virgen ; Matías Recalt Donde viven las historias. Descúbrelo ahora