Indi | Perfecto

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Sentía los labios hirviendo. Se había arrancado a tirones toda la capa reseca. Revisó su reflejo en el teléfono con la cámara en primer plano. Los tenía rojos. Parecían maquillados por el nerviosismo, reluciendo como piel nueva y sangre.

Sonó un silbato. Todos los nadadores se detuvieron, y se acercaron al entrenador. ¿Era la hora? El sabor a sangre no se iba de la boca. Se revisó los dientes mirándose en el teléfono. Si estaban rojos... qué vergüenza

El entrenamiento había terminado. Todo el equipo aplaudió en la piscina. El agua empezó lentamente a tranquilizarse, pero los chocolates que había tomado esperándolo, todavía hacían carreras en su estómago. 

Había llegado el momento.

Secó las manos húmedas en los pantalones y comenzó a caminar hacia su dirección. 

Al mismo momento, Baltasar se giró a verlo, a verlo directo. ¿Me había visto? 

Su estómago rugió más fuerte. Tal vez necesitaba algo sólido a que aferrarse

Ambos, llegaron al punto de encuentro al borde de la piscina al mismo tiempo. Baltasar se impulsó con los brazos hacia arriba y quedó con el torso afuera del agua.

—¡Indi! —dijo con la boca abierta. Se quitó los lentes. —¿Cómo...? ¿Qué haces aquí? ¿Hace cuánto estás...? —No terminó ninguna de sus preguntas. Lo observaba con una enorme sonrisa y los ojos chiquititos de felicidad, como si mirará el sol enfrente.

Su reacción era perfecta. Se sintió tan cálida. Sintió que su semilla se transformaba en una flor  crecía para él. Supo que había hecho lo correcto al venir y lo inundó su felicidad.

—¿Hace cuánto llegué? —dijo lento, saboreando el premio a su esfuerzo de buscarlo—. Mmm. ¿Cómo 45 minutos?

—¡Cómo, tú aquí!

—¿Cómo te encontré? —Se dio cuenta que sonaba juguetón, qué estaba coqueteando.

Baltasar no contestó. Tenía las mejillas rojas. Se veía tímido y asintió suave, apenas moviendo la cabeza. Su respuesta fue suficiente para hacerlo flotar por todo el lugar.

—Publicaste nuestra foto... —dijo en voz baja.

—Sí, pero no me hablaste. —dijo Baltasar, y al momento enrojeció entero hasta las orejas, como si las palabra se le hubiera arrancado más rápido que la razón.

—¿Esperabas que te hablara? —Preguntó en tono más profundo.

—Yo, yo... no sé, pero, sí, sí. Esperaba. —confesó Baltasar mirándolo.

¡Tan lindo! ¡Tan tierno siendo tímido! 

—¿Cómo supiste que estudio aquí? —Insistió.

—Mmm. Leí los comentarios en tu foto... Esa es la mejor forma de encontrar cosas interesantes. Soy bueno investigando.

—¿Bueno? ¡Buenísimo! ...y viniste.

—¿Te molesta? 

—No. No. Me encanta la sorpresa. —dijo él, sonriendo.

—Confieso que pensé en ir a buscarte a tu casa primero. Pero, no sé, quería algo más... —Se agachó a su lado y se acercó ligeramente al frente. Le susurró cerca del oído. —Se me ocurrió venir.

Cómo estaba tan cerca pudo ver su piel erizarse, y su hombro recogerse.

¡Aww sí le gusto! ¡No hay duda!

Una temporada offlineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora