Ríndete a mis labios

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Hoseok veía su marca y odiaba verse tan miserable por culpa de aquel Alfa. El doctor le había dicho que estaba en cinta y que debía cuidarse para evitar una pérdida. ─ Luna hija de puta y malparida... ¿Por qué mierdas tenía que ser con ese Alfa?─ dijo amargamente, no salía de la habitación pues todos los sirvientes lo trataban mal y no le servían, decían que no era un Omega adecuado para su Alfa líder. 

Hoseok les entendía, el era un Omega totalmente imperfecto, él no estaba destinado a ser de ningún Alfa. Aún recordaba que estuvo enamorado de Jae-Beom, este jugaba todo el tiempo con él, de pequeño este le había dicho que deseaba ser su alfa y que lo cuidaría como nadie más lo haría. Sin embargo a los catorce años cuando descubrió que su celo no duraba nada, todos en la manada Jung empezaron a murmurar y jamás olvidaría aquel momento cuando se dio cuenta que Jae jamás le vería con ojos de amor. 

Años atrás

Hoseok se había escapado de su celda, es decir su habitación, corría por el campo hasta que vio a los lejos a su adorado Jae-Beom. Quería sorprenderlo, este tenía diecinueve años y era un Alfa que le cuidaba y le hacía sentir especial. Sin embargo, cuando llegó hasta el lugar donde estaba fue él quien se sorprendió. 

 ─ Jae, rápido quítate la ropa. 

─ No seas tan impaciente... 

─ Creí que andabas detrás del niño anormal ese...

Jae-Beom no le defendió y Hoseok se sorprendió al escucharlo. ─ Es solo mi trabajo como escolta del líder, no seas celosa... Además ¿Cómo podría estar con él? No hay ningún alfa que pueda desear a un niño sin aroma.

─ Entonces ¿Me amas a mi?

─ Para nada, pero eres hermosa y tu aroma es dulce. 

Hoseok sintió que su corazón se rompía, pero en ves de llorar se dio un fuerte golpe en el estómago y se dijo. ─ Esto es dolor y pasa, el corazón es solo un maldito músculo que se puede entrenar para ser fuerte.

Actualidad

Hoseok recordó aquel momento en que dejó de llorar por todo, su hermana era la única que lo amaba y sabía que era porque tenían la misma sangre. Habían nacido con un rostro parecido, pero ella sentía una conexión fuerte con él y era la única que sentía su aroma. Ella lo había criado como si fuera su madre, nadie sabía que Hoseok aunque aparentaba dieciocho años había nacido hace a penas diez. 

─ Que ni crea ese puto que me quedaré. ─ dijo viendo por la ventana de aquella mansión majestuosa, aquella villa de la manada Kim estaba rodeada por un hermoso bosque y colinas. Entonces sonrió pensando en que podría huir por ese lugar, necesitaba el momento exacto para huir y lo haría feliz. Quería estar con su hermana que era la única que le amaba, pero sabía que solo sería un estorbo en su vida. 

─ ¡Hola! ¡Al fin has despertado! ─ dijo Jimin mientras lo abrazaba, Hoseok le empujó y lo vio con asco. 

─ Escucha bien cachetes, no me vuelvas a tocar ¿Acaso no sabes de la maldición?─ Jimin le vio de forma inquisitiva, Hoseok rio internamente. ─ Si me tocas pierdes tu aroma y ya no habrá celos para follar con tu alfa. 

─ ¡Por la Luna! ¿No mientes?

─ No, cachetes. 

Jimin le vio sin poder creerlo. ─ Bueno, hoy es la cena de los principales líderes de la manada Kim, así que ten cuidado en salir y encontrarte con alguien grosero. ─ Hoseok asintió observando a Jimin quien seguían viéndolo de forma inquisitiva, pero luego salió de la habitación un tanto preocupado por aquella maldición. 

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