CAPÍTULO 42

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🦦 Young Saeng 🦦

Se encontraba absolutamente exhausto o peor que eso. Deseaba desplomarse en su blando sillón, y así descansar las piernas adoloridas. Aprovechando que el departamento estaba limpio, y con un delicioso pastel esperando en el refrigerador.

Todo gracias a un Minwoo mil oficios.

Pasó por la sala para dejar en el sillón que le llamaba a gritos, la liviana caja que traía, antes de dirigirse hacia su habitación para quitarse el sudor que acumuló durante su viaje.

Y mientras se preparaba, a su mente regresó la noticia que recibió el día de hoy. Y aunque aun estaba muy sorprendido sobre esa revelación, Saeng debía confesar algo avergonzado, de que estaba mucho más impactado por tremendo hijo que le salió a su nana.

Bastante apuesto. Eso Saeng no iba a negarlo, pues incluso ese hombre podía ser confundido por un modelo, y no por un médico, como resultó serlo.

El cabello de Dae era de un potente color negro, que contrastaba perfectamente con esos ojos casi grises. Y aunque evitó lo más que pudo no detallarlo demasiado. No fue nada difícil apreciar la contextura del hombre.

Estaba más que confirmado que era un recién llegado del ejército. De ese lugar donde los mantenían con un estricto entrenamiento. Por eso no era de extrañar que Dae fuera el dueño de un formado e impresionante cuerpo.

Hasta ahora Saeng tenía en la mente, la forma y tamaño de esa mano.

Sin duda, era impresionante.

Terminó de asearse más rápido de lo que usualmente lo hacía, y todo porque antes de ir a un merecido descanso, terminaría de revisar la caja que su nanita guardó.

Chequeó su móvil donde solo anunciós sin sentido, y notificaciones sin importancia aparecían en la bandeja. Minwoo aún no se comunicaba, pero no se alarmó por eso, pues su amigo solía llegar tarde, por lo que no era necesario esperarlo despierto.

Una vez cambiado con su pijama de algodón color nude, de hidratarse la piel como todo los días, y de acomodar el baño después de una buena ducha, regresó a la sala, donde no dudo esta vez en caer rendido entre los cómodos cojines.

Giró su rostro hacia la mesa de centro, ahí donde seguía la caja de cartón. Con las pocas fuerzas que tenía, terminó nuevamente sentado en posición de indio sobre el sillón, trayendo a sus piernas la caja.

Estaba listo para abrirla, pues su curiosidad estaba más despierta, a diferencia de sus fuerzas para moverse.

Pero la vibración de su móvil captó su atención, y más aún cuando el nombre de su amigo Jun, apareció en la pantalla.

—Hola baby —contestó Saeng activando el alta voz.

—¡Saengie! ¿Comó estás? Recién pude leer tu mensaje, lo siento nutría —con aceleradas palabras Jun contó.

AL RITMO DE LA SEDUCCIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora