"No renuncies a tus sueños o tus sueños renunciarán a ti."
-John Wooden
El sonido familiar del timbre marcando el comiendo del nuevo curso me sacó de mis pensamientos. Desde que había entrado por la puerta y a cada paso que daba, sentía las miradas curiosas del resto de estudiantes sobre mí. No podía culparles realmente; después de todo, el verano había sido generoso conmigo.
Experimenté un estirón notable durante las vacaciones, mi voz era más grave y mis expresiones más masculinas, haciéndose mi mandíbula más marcada. Mi cabello rubio estaba peinado hacía arriba en un tupé desordenado, dejando en el pasado el pelo rebelde que tapaba mi frente. Aunque el azul de mis ojos habían perdido el brillo que poseían el año anterior, parecía ser la comidilla del momento mientras me devoraban de forma furtiva con la mirada.
Conforme avanzaba por el pasillo el bullicio se desvanecía a mi al rededor mientras me abría paso para llegar a mi casillero, intentando ignorar los susurros que se agolpaban a mi espalda. Sabía perfectamente que mi apariencia había cambiado desde la última vez que me vieron, y aunque siempre había sido consciente de mi aspecto, la atención adicional me resultaba abrumadora.
Cerca del casillero vi a Paul y a Leia, por lo que avancé rápidamente hacia ellos, que me observaban con una sonrisa ladina en los rostros.
—Y así es como te conviertes en el tío bueno del instituto —susurró Leia.
—Y encima jugador de fútbol, el prototipo cliché de cualquier animadora rubia y tonta.
—Oye. —Lo fulminó con la mirada la pelinegra —. No te pases.
—¿Acaso eres rubia y tonta? —preguntó en tono de burla Paul —. Entonces no sé por qué te das por aludida.
—Porque todo lo que sale de tu boca siempre es con segundas intenciones.
Ignoré la pelea que compartían esos dos, su relación era tan extraña que siempre acababan queríendose sacar los ojos, lanzándose pullas que aumentaban hasta el punto de insultarse y no hablarse durante varios días o incluso semanas. Pero como ya le había dicho a Paul: "Los que se pelean se desean."
Él se dedicaba a rodar los ojos y bufar, pero nunca había negado mis palabras, y sabía perfectamente por qué, porque yo tenia razón. Lo conocía demasiado bien como para saber que solo la molestaba porque le gustaba, y no me extrañaba en absoluto, lo que prevalecía en Leia era su enorme corazón por encima de su apariencia. Y aunque al resto de chicos solo les atraía la animadora por su pecho grande y curvas de infarto, Paul veía más allá de eso, lo que ella era debajo de la faceta popular que todos le habían dado desde que llegó.
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Antes de la Apuesta (2)
RomansaSEGUNDA PARTE DE APUESTA ¿CONSEGUIDA? Matt siempre creyó que el destino estaba escrito en las estrellas, pero nunca imaginó que el suyo estaría tan entrelazado con el de Alyson. Desde el primer momento en el que la vió, supo que ella era diferente...