Capítulo 19.

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Gabriel no recordaba la última vez que había paseado por el mundo humano con tanta tranquilidad.

Fueron poco más de 500 años de Guerra entre las tres facciones bíblicas, y no podía darse el lujo de salir a recorrer el mundo más allá de pequeños momentos en los que la guerra se detenía para volver con más fuerza.

Había pedido permiso a Naruto, y el se lo permitió, con la condición de avisar ante cualquier acto que la ponga en peligro al instante.

Algo que su padre también solía hacer.

Estaba en las calles de Roma, a primera hora del día. Usó su magia para vestirse de forma similar a la de los habitantes del lugar, aunque su apariencia de igual forma llamaba la atención de todas las personas que pasaban por las calles.

Saludó cálidamente a una señora mayor que le saludó al cruzar miradas. Miró al frente y siguió recorriendo las calles, mirando todo lo que había en la ciudad y guardándolo en su mente.

Una paloma blanca bajó volando. Gabriel estiró su brazo con la muñeca en supinación, y la paloma se paró sobre su mano.

Usando su mano libre, Gabriel acarició con suavidad y cariño a la paloma, que se reposo contra su mano ante las caricias.

La paloma voló para posarse en el hombro de Gabriel, que dio una leve risita antes de seguir caminando.

La belleza de Gabriel cautivó muchos hombres en el camino, pero ninguno se atrevió a cortejarla. Parecía que algo se los impedía.

Tal vez sea la mirada de muerte que la paloma les daba.

Pasadas unas horas, Gabriel se metió a un bosque, respirando con una sonrisa el aire puro de la naturaleza. La paloma blanca nunca se había separado de su hombro, y miraba todo con atención.

Se había metido un poco más en el bosque, hasta que vio como la paloma volaba y se alejaba repentinamente. Siguió caminando saludando a algunos animales que, sin importar que tan salvajes sean, parecían devolverle el saludo.

De repente, invoco una lanza de luz y se giró lanzando un golpe a una velocidad cercana a la velocidad de la luz.

La persona que había aparecido detrás de ella esquivó fácilmente el golpe, y tomó el brazo de Gabriel, deteniendo cualquier posible movimiento.

A la ahora Serafín no le costó mucho saber quien era el hombre que la hizo atacar repentinamente.

“Zeus…”

El Dios, con su apariencia cambiada a la de un hombre en sus 30, aunque su cabello y barba blanca no le hacía justicia a eso, miró a Gabriel con diversión y lujuria.

“No pareces el ángel dulce e inocente que se rumorea que eres, pero si el hecho de que eres ridículamente sensual”.

Gabriel sintió un leve miedo recorrer su cuerpo por primera vez en tanto tiempo. Sabía que estaba en total desventaja actualmente, puesto que su poder había sido reducido a más del 70 por ciento cuando fue borrada.

Antes habría podido pelear con Zeus y huir tras desgastarlo, tal vez vencerlo si era posible, pero ahora dudaba siquiera de poder pelear contra los Top 30-40.

“¿Qué quieres de mi, Zeus?”

El dios puso una sonrisa levemente altanera. Gabriel puso una expresión de asco, ya empezando a conectar las fichas de lo que quería Zeus.

“He oído que Elohim ha muerto, y creo que es momento de cumplir uno de mis tantos objetivos. Puedo vengarme de tu otro hermano caído con esto también, por haber querido seducir a Hera”.

Naruto Lucifer: El Ángel Más Bello de Dios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora