Capítulo 10.

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Para los Dioses, los humanos no son más que hormigas.

Seres que los alaban, que buscan su ayuda en sus peores momentos. Algunos solamente les dan su rezo cada día, cada hora, cada instante.

Fanáticos capaces de pelear contra aquel que no crea como ellos, o incluso dude de su existencia.

Había una creencia popular entre los dioses más soberbios. Tan llenos de si mismos, incluso si no eran más que garrapatas ante los verdaderos dioses del mundo.

Los dioses no se unen. Los dioses no conspiran. Los dioses no confían en los demás. Un dios no necesita ejércitos, aliados, o amigos. Un dios no se deja llevar por emociones humanas.

Así es como un Dios debe ser.

Una existencia perfecta desde su nacimiento.

Para él, que representaba los 7 pecados capitales. Soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia, y pereza…

Esto no era más que idioteces.

Los dioses se dejaban llevar por sus emociones, incluso si hacían lo posible para no hacerlo ver.

Su propio padre causó un genocidio universal porque no le hicieron caso, en resumidas cuentas. Además, eliminó a sus hijos sin el conocimiento de los demás ángeles, para crear unos nuevos que sean tontamente devotos a el.

Zeus, el dichoso Rey de los Dioses, era un violador en potencia, arrogante, paranoico y miedoso incluso de su propia sombra. Las infidelidades que cometió hacía su esposa eran incluso superiores a las que él cometió.

Amaterasu, la Diosa del Sol. A pesar de ser una mujer fuerte, tenía muchos comportamientos infantiles y caprichosos por cosas menores. Su hermana era igual a ella en pocas ocasiones, y ni hablar de su hermano.

Shiva… Bueno. No podía encontrar algo malo de ese tipo. Es el único cuyo poder más se acerca a los primordiales. El punto destacable es que tiene 3 esposas, pero no tenía un historial lujurioso malo como lo tiene casi toda la totalidad del panteón griego, o incluso él y su hermano menor.

De los demás panteones, incluso entre los dioses principales o cercanos a los mismos, siempre va a haber alguno que tenga comportamientos humanos, infantiles, arrogantes, lujuriosos.

Nadie se salva.

Incluso él seguiría siendo tan bastardo como lo era hace más de 100 mil años, si no fuera porque sabía que no se acercaría ni a la suela del poder que tenía su padre si no tenía enfoque en su objetivo.

Incluso siendo el pecado original, en carne y hueso, tenía virtudes como la paciencia, diligencia, y muy pocas veces llegaba a tener las demás.

Casi inexistentes, si hablaba en serio.

Las pocas veces que tocó la virtud de la humildad, fue cuando dejó de lado la importancia a todo lo que había conseguido, y reconoció sus defectos y errores.

Razón por la que se volvió más poderoso de lo que era, incluso si no dejó su arrogancia luego.

No la dejó siendo ángel, menos siendo el primer ángel caído y el demonio más poderoso en el universo.

¿Generosidad? Dio tiempo personal, trabajo, dinero, armas y quien sabe cuanta cosa más, sin esperar nada a cambio. Lo único que solía pedir era un buen trabajo a todos los diablos e incluso a sus compañeros Maou.

La lealtad estaba en cada uno.

Templanza… No. Tenía autocontrol para lo que quería, pero luego vivía a base de excesos, sin importar si es alcohol, drogas, sexo, o peleas.

Naruto Lucifer: El Ángel Más Bello de Dios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora