Capítulo 18.

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[Cielo – Entrada]

Sentado en el borde de las nubes, Miguel miró hacía la tierra con serenidad, respirando de forma consciente el aíre purificado del Cielo.

Podía ver a los humanos rezar, no importa si era al muerto Elohim o otros dioses de los demás panteones.

Sabía que ahora los rezos llegaban a su hermano mayor… menor…

Ya no sabía siquiera como decirle.

Recuperar los recuerdos borrados fue algo que le había dejado un pequeño shock por los siguientes días, y hace poco se había recuperado por completo.

Había cambiado su apariencia, y volvió a ser el arcángel que era. Rubio, ojos azules serios, facciones un poco más masculinas, y una toga blanca cubriendo su cuerpo hasta sus rodillas, dejando al descubierto parte de su torso.

Aún sentía el dolor en el pecho por recordar que su propio Padre lo eliminó y solo dejó algunos recuerdos mezclados con los de su yo más… infantil.

Levantó su mano y la miró. Ahí estaba una cicatriz vieja, hecha por su propio hermano, Naruto, cuando estaban entrenando en el vacío hace eones.

Por un mal movimiento suyo, Naruto terminó atravesando su mano con su lanza, y aunque la retiró al instante y se acercó a sanarlo, el se dejó la cicatriz.

Una leve sonrisa se formó en su rostro.

“Tengo que ir a esa reunión…”

Se levantó del lugar. Un círculo mágico se formó bajo sus pies, y fue consumido por el mismo antes de desaparecer.

….

En el Séptimo Piso, los Arcángeles aparecieron en una rodilla, incluida Gabriel y Miguel.

Naruto los miró, levantándose del trono y bajando hasta el final de la escalera con lentitud.

Claramente notó que Miguel volvió a su apariencia anterior, y el resto seguía igual, a excepción de Gabriel que estaba tal y como la dejó cuando vino a él.

“¿Han procesado bien sus recuerdos?”

A excepción de Gabriel, Miguel, Azrael y Metatron, el resto negó. Aún era visible la duda y la confusión en su mirada.

Naruto asintió lentamente. Dejó colgando sus manos a sus lados, y miró uno por uno fijamente, algo que los puso nerviosos.

“¿Alguna pregunta?”

Rafael levantó la mano. Naruto lo miró, notando que su apariencia era igual que siempre. Cabello rubio pálido, ojos verdes, físico atlético bajo la toga blanca que solo dejaba descubierto su pecho y su abdomen, ya que sus piernas tenían unas botas doradas que cubrían hasta debajo de sus rodillas.

“Habla”.

“¿Cómo… supiste que algún día buscaremos la forma de derrocar a padre, o al menos calmar los actos que estaba cometiendo? El hermano Miguel nos habló sobre tus palabras el día de tu caída”.

Naruto miró a Miguel con una leve sonrisa, antes de volver a ver a su hermano menor.

“Yo no soy tan malo, y padre no es tan bueno. Todos cometen actos impulsivos, muchas veces guiados por el enojo o el deseo de venganza. Además, ningún Dios es bueno en absoluto”.

Uriel levantó la mano. Naruto le dio un asentimiento, dándole un leve vistazo a su apariencia.

Cabello de un rubio algo oscuro, ojos amarillos, y un físico atlético promedio. Luego, solo la típica toga que usaban los demás.

Naruto Lucifer: El Ángel Más Bello de Dios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora