Jason

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La noche del viernes había sido larga. Habían bebido, Jason y Hardin decidieron dormir en casa del segundo, ya que ninguno estaba en condiciones de conducir. Cuando comenzó a sonar el teléfono de Jason a las once de la mañana, él estiró el brazo y lo alcanzó, pero rechazó la llamada sin mirarlo. Sin embargo, el teléfono volvió a sonar un minuto después de manera insistente, Hardin abrió los ojos y se lo pasó a Jason diciéndole que lo cogiera o despertaría a todos.

La conversación entre madre e hijo fue breve, Hardin estaba expectante mirando a éste mientras Jason le balbuceaba palabras a su madre. Vio cómo el rostro se tensaba, su frente se llenaba de arrugas y una lágrima empezaba a descender por su mejilla. Se abrazaron fuertemente, cada vez que pasaba el tiempo, Jason se calmaba un poco.

Jason había estado todo el día callado y pensativo. Su abuela había sido una segunda madre para él, y ahora no podía hacer nada. Se encontraba a cientos de kilómetros y ni siquiera podía estar a su lado antes de que ella se apagará. Hardin lo veía sufrir, veía cómo su alegría había desaparecido, así que decidió tomar cartas en el asunto y propuso llevarlos a un garito tranquilo que los turistas no conocían y donde se sentirían a gusto. Comenzó a pedir rondas de tequila para los dos, y estuvieron ronda tras ronda hasta bien entrada la madrugada charlando de sus recuerdos de la infancia y de las situaciones grotescas que se dieron al conocerlas a ellas. Al final, Hardin había logrado su objetivo, y Jason ya no se sentía tan mal. Era consciente de que pase lo que pase, siempre podría contar con ellos.

Llegaron por fin a casa de Hardin, tomaron la última los cuatro juntos y cada pareja se fue a su habitación. Jason se sentó en la cama y comenzó a quitarse la ropa, cabizbajo tratando de no pensar en la situación que estaba llevando a cabo.

En el bar, Jason se encuentra de forma espontánea con una chica que se acerca a él contoneándose y con una sonrisa pícara que hace que él se interese por ella. Esa chica era la que se encontraba con él en el cuarto, un poco con los síntomas del tequila, y Jason conocía lo que vendría después. La chica se abalanzó sobre él como si de un puma hambriento se tratase y acorralaba a su presa. Jason, por una parte, no quería, todavía sentía mucha conexión con Tessa, pero esa conexión fue bloqueada por las caricias de la chica que poco a poco se acercaban aún más hacia debajo de la pelvis de Jason.

Bajándole el vaquero y metiéndose en la boca la polla de Jason, la chica comenzó a chupársela muy suave hasta los testículos. Le daban arcadas, pero era el impulso y las ganas que tenía de mamar. Jason la sostiene por el pelo, y los dos comienzan a mirarse fijamente.

A la mañana siguiente, Jason se despertó con un fuerte dolor de cabeza y un sentimiento de culpa. Sabía que lo que había hecho no estaba bien, su amor por Tessa era más que lo que había sido una noche de sexo con una desconocida. Se levantó de la cama con cuidado para no despertar a la chica que aún dormía a su lado y se vistió en silencio.

Viviendo con mi alma gemelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora