Capitulo 3

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Narrador omnisciente:

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Narrador omnisciente:

Amelia corria por los pasillos en dirección hacia la oficina de Dumbledore, el director la había citado a las 4:00 p.m, y ya eran las 4:25 y aún no llegaba.

Su cabello rubio platinado se movia a compás del viento, no llevaba el uniforme de su casa, vestia una mini falda verde pastel y una blusa de tirantes blanca.

Al llegar Dice la "Contraseña secreta" para lograr ingresar a la oficina.

—Buenos días director, disculpe la tardanza, me ocurrió un inconveniente.

—Por lo que veo siempre le surge un inconveniente señorita Grindelwald, más de treinta minutos tarde.—Habla atrás de ella la voz fría y gruesa del profesor Riddle con un tono serio.

Amelia abre sus labios algo sorprendida al escucharlo, toma asiento para fijar su vista azulada en Tom, levantando su menton, dispuesta a contestarle.

—No tenia ni la menor idea que la reunión seria con usted profesor, y respondiendo a su pregunta, lamento decirle que sí, todos los días tengo inconvenientes, porque mi vida es muy interesante, cosa que la suya no parece, ya que mantiene pendiente de la cosas que hago o no hago.

Tom está apunto de contestar pero Dumbledore no se lo permite, interrumpiendolo.

—No los cite para que discutieran sobre sus problemas, Amelia, ya que eres la prefecta de la casa Slytherin necesito que le enseñes todo el colegio al profesor Riddle. Desde ahora será el jefe de tu casa, por lo cual serás su mano derecha y su confidente, ayudándolo en todo lo que necesite.

—Y tu Tom, deberás confiar en amelia y apoyarte en ella, ¿Entendido?—Vuelve a hablar el hombre.

—Si director.—Responde Tom.

Ambos hombres fijan su mirada en la rubia a lo cual está tiensa su mandibula para asentir.

—Pueden retirarse y poner todo en marcha.

Amelia rápidamente se pone de pie para salir de la oficina, Tom se dirigia tras ella.

El no lo admitiría, pero en repetidas ocasiones se habia perdido por el castillo, aún habiendo estudiado en el colegio hace unos años, el castillo tenía cambios que causaban la confusión de Tom.

—¿Que quiere saber?

—Todo.

—Que especifico.—Responde ella irónicamente.

—Que no se le olvide con quien habla señorita.

—No se me ha olvidado, Tom.

El hombre la toma del brazo para acorrarla contra una pared.

—Su actitud rebelde le sugiero evitarla conmigo, no permitiré esta clase de falta de respeto.

Amelia lo observa con una mirada brillante.

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