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Con el paso de los días, y en un ciclo constante donde el sol surgía y se ocultaba dando paso a la noche y la luna, se estableció una rutina

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Con el paso de los días, y en un ciclo constante donde el sol surgía y se ocultaba dando paso a la noche y la luna, se estableció una rutina. Los ángeles y demonios se turnaban en sus visitas a aquellos que habían transgredido las reglas.

A la vez, los hermanos lograban recopilar información sobre el ataque y los planes de su padre, que se planeaban realizar durante el eclipse, el cual, según estimaciones, haría su aparición mañana. Por lo que los príncipes demoníacos planeaban lo mejor que podían junto a sus refuerzos lo que sería el ataque a Lucifer.

Iba a ser un combate complicado, ellos lo sabían, pero se sorprendieron al notar la cantidad de demonios que decidieron apoyarlos, aunque la victoria no fuera completamente clara.

En el cielo, la noticia del ataque planeado por los príncipes contra Lucifer causó desconcierto en todos, incluido Dios. Se preguntaba qué motivaba a estos demonios para siquiera considerar la idea de enfrentarse a su creador. Sin embargo, por razones que no entendía, él tampoco tenía certeza sobre quién ganaría ese enfrentamiento. Después de todo, esos príncipes eran parte de Lucifer y, por ende, compartían no solo su sangre, sino también su poder.

—¿En algún momento te arrepentiste de haberme conocido? —preguntó el príncipe demoníaco abrazado al cuerpo de su pareja, quien le palmeo el brazo— ¡D-duele, cariño! —se quejó por primera vez de un golpe de su chico, quien a veces solía darle palmadas como regaño, pero antes no dolían para nada.

La diferencia estaba en que Nunew Chawarin antes era un humano y ahora era un ángel, con la suficiente fuerza para regañar a su pareja por más fuerte que este sea.

—No preguntes tonterías —Nunew realmente estaba fastidiado por esa pregunta, pues ni un instante de su corta vida como humano o actualmente como ángel se había arrepentido de conocer y amar a aquel pelinegro asustado— ¿Siquiera recuerdas cómo nos conocimos?

Preguntó el ángel encarándolo, pues él sí recordaba su primer encuentro.

—Cómo podría olvidarlo. —suspiró Zee apartando la mirada avergonzado por la fastidiada expresión con la que lo miraba su pareja, lo había hecho enojar— ¿Qué clase de humano eras? En qué cabeza cuerda un humano iría a sonreírle a un demonio.

—¿Me estás llamando loco? —inquirió Nunew sorprendido.

—Un poco. Pensémoslo bien, tesoro, tenía mis alas fuera e iba directo a matarte cuando apareciste y tú solo me sonreíste... ¿Por qué?

—Lucías inofensivo, un pequeño bebé llorón encerrado en un cuerpo grande, así te vi aquella noche. —admitió sorprendiéndolo y provocando que el demonio lo mirara con los ojos agrandados por la sorpresa y lo loco que sonaba eso.

—¿Bromeas? —preguntó serio y Nunew negó.

—Esa noche, yo huía de mis responsabilidades cuando, detrás de mi castillo, encontré a un ser interesante con el ceño fruncido que me miraba como si yo le hubiese tirado el café encima. No estaba de buen humor y, la verdad, estaba a punto de insultarte sin importarme lo que me fueras a hacer. Pero aunque fue un instante pequeño, cuando las hojas de mi cerezo cayeron sobre tu rostro y las alejaste fastidiado con tu mano, noté a un chico divertido y triste dentro de toda esa apariencia aterradora.

𝐌𝐲 𝐥𝐢𝐭𝐭𝐥𝐞 𝐩𝐫𝐢𝐧𝐜𝐞, 𝐲𝐨𝐮 𝐚𝐠𝐚𝐢𝐧 → 𝐙𝐞𝐞𝐍𝐮𝐧𝐞𝐰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora