En una vida pasada, dos almas se encontraron y se enamoraron de la forma más honesta, haciendo caso omiso a sus claras diferencias. A pesar de las dificultades y los obstáculos, buscaron la forma de seguir en contacto con la promesa de volver a enco...
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—Oye, demonio, jamás pensé decir esto, pero ¿si luchamos juntos? —sugirió Miguel forzando una sonrisa.
—¿Juntos? —preguntó Zee, con una ceja alzada— ¿Tú, un arcángel, sugieres aliarte con un demonio?
Miguel asintió con su rostro serio, pues incluso a él le parecía extraño lo que estaba proponiendo.
—Olvida lo que dije, ahora que yo también lo pienso es una tontería. Sin embargo, Lucifer es una amenaza para todos nosotros: el Cielo, el Infierno y la Tierra.
Zee se quedó en silencio, reflexionando sobre las palabras de Miguel. Sabía que el arcángel tenía razón. Lucifer era demasiado poderoso, incluso para él solo la batalla iba a ser dura, pero siendo dos, tal vez podría tener mayores oportunidades.
—Está bien —dijo finalmente Zee, extendiendo su mano hacia Miguel— Lucharemos juntos, arcángel. Pero cuando esto termine, discutiremos seriamente qué hacer con respecto a Nunew.
—Elemiah.
—Lo siento, no sé cómo dirigirme a mi novio ahora que sé que tu chico también está dentro de su cuerpo...
Miguel asintió rendido y estrechó la mano de Zee.
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El ángel estaba en el campo de batalla organizando a los soldados junto a los hermanos de Zee, hasta que rápidamente algo o alguien cayó sobre él empujándolo varios metros dentro del lugar.
—¡Mi señor! —gritó quien lo tenía contra el suelo, el golpe había sido un poco duro, así que tuvo que parpadear varias veces hasta notar el rostro de quien le hablaba.
Sintió sus ojos aguarse al reconocerlo y antes de poder decir algo, ya lo estaban abrazando con fuerza. Los príncipes demoniacos estuvieron a punto de alejar al otro ángel que abrazaba a Nunew, pero al notar que este correspondía esa acción, solo los observaron de reojo mientras seguían atentos a sus tropas.
—Nunca pensé que lo volvería a encontrar en esta vida... —dijo Net, su voz llena de emoción y alegría.
—Yo tampoco, Net. Pero estoy feliz de que así sea —enunció sonriente, tomando la mano que le ofrecía el contrario para ponerse de pie.
En ese momento, notó algo y su rostro cambió a una preocupación profunda.
—Nunew, necesito hablar contigo — su voz resonaba con una gravedad que inmediatamente captó la atención de Nunew.
