Introducción

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Magena

Me escondo debajo de la cama con mi pequeño hermano, papá ha regresado ebrio nuevamente. Los golpes vendrán de nuevo. Me quedo muy callada en el closet con mi hermanito.

-¡No por favor! -Grita mamá.

-¡TE DIJE QUE NO SALIERAS! -Papa grita.

-Los niños tienen hambre y aquí no hay que comer. El bebe puede morir -Mamá habla.

-Te quedas en casa, porque yo lo digo -Cierro mis ojos al escuchar los golpes. No otra vez.

Me despierto otra vez con esa misma pesadilla, siempre que la tengo algo malo sucede, nuestro padre no ha venido a casa desde el viernes y hoy ya es lunes, debe haber apostado todo su dinero nuevamente y ebrio a más no poder.

Mi hermano y yo nos dirigimos a nuestros trabajos en el supermercado, pasamos las siguientes doce horas de trabajo. Estamos tan cansados que al llegar hay dos autos fuera de nuestra pequeña casa. Las luces dentro están encendidas.

-Alguien está en nuestra casa -Afirma mi hermano lo evidente.

-Vamos por la parte trasera -Le informo de mi idea y así lo hacemos.

Miramos a seis hombres dentro de la casa; la han revuelto toda.

-¿A qué hora vendrán? Ya me estoy cansando, Jimmy -dice uno de ellos.

-El jefe los quiere a ambos. Dasan le debe mucho dinero al jefe. Ellos trabajaran para él y así saldaran la cuenta de su padre -Dice el Tal Jimmy.

-Yo quiero juagar con Magena -Hace un gesto obsceno, se me revuelve el estómago.

-¡Malditos! -Dice mi hermano. Yo niego-

-Jamás trabajaré para Gad -Le digo a mi hermano.

-Yo tampoco, vamos hermana debemos irnos -Los dos regresamos al auto en silencio y dentro de conduzco por nuestras vidas.

Gad es el dueños del casino donde nuestro padre toda la vida ha apostado y esta vez apostó a hasta nuestra libertad. Qué nuestros ancestros se lo lleven al infierno, él mató a nuestra madre en un ataque de ira. Solo que Gad lo encubrió para que siguiera jugando en su casino.

Conduje hasta el límite de la reserva, encontramos el bar de un amigo abierto. Le explicamos lo que vimos.

-No hay salida chicos deben irse muy lejos, fuera del alcance de Gad -Nuestro amigo nos abraza y nos entrega dinero, los suficiente para irnos muy lejos.

Conducimos hacia el norte hasta llegar a Idaho, el auto no da más lo ventemos en una chatarrera, yo quiero irme hasta Alaska, sin embargo, mi hermano se niega dejar esta parte del país. En la reservación Nez Perce, Yas consigue un trabajo como ovejero. Lo dejo muy a mi pesar.

Tomo un vuelo económico a Alaska, llegando a Anchorage, de ahí me dirijo a la costa en vehículos privados, en el camino escucho hablar de un grupo de nativos que viven en Kodiak Island. Según dicen la vida es muy tranquila, casi no llegan visitantes y la vida es tranquila.

Eso es perfecto para mí.


Nanuk

-Tulok, tu hijo es mestizo. No sabemos si su oso emergerá -Se preocupo Tulok.

-Te preocupa que mi hijo no tenga la fuerza para guiar a nuestro pueblo. Te recuerdo que en la tribu por siglos ha habido mestizos guiándonos -Recordó Tulok.

-Si, lo sé. Lo miro y es tan pequeño -Miró Anik al bebe en la cuna.

-Su madre es fuerte, luchadora, es doctora y su tótem es el espíritu oso. El día que la conocí enfrentaba a unos tipos. La vi pelear, vi a su tótem detrás de ella. Logró vencer a uno de ellos; ahí fue cuando mi Kodiak quiso reclamarla. Él no puede estar equivocado y ahora se siente orgulloso de nuestro hijo -Decía Tulok, mientras su Kodiak rugía de orgullo por su cachorro.

La infancia de Nanuk no fue sencilla, por su mestizaje. Tulok y Yura lo estaban criando como cualquier niño inuit. Algún día tendrá que luchar por mantener su estatus, el hijo del jefe de la tribu. Ganarse el respeto de los demás osos.

Nanuk a sus diez años era un niño un poco más pequeño de la media de los demás niños, era reservado con todos por desconfianza ya que muchos se burlaban de su tamaño, además por tener el cabello y la piel diferente a los demás; características naturales de su condición.

Una mañana Nanuk acompañó a su madre al pueblo, necesitaban prepararse para el invierno, Tulok estaba recogiendo leña. Nanuk acepto con resignación, no le gustaba ir al pueblo porque tendría que soportar las miradas indiscretas y los comentarios sin sentido de la gente.

Lo que nadie sabía, si sus padres que Nanuk llevaba tiempo escuchando a su oso, solo que este era demasiado joven para manifestarse. Su la transformación se daba en un ritual todos los años cuando los jóvenes alcanzaban la mayoría de edad, si él mencionaba ese hecho nadie le creería.

Hicieron las comparas, Yura discutió con algunas personas por los comentarios hacia su hijo. Ella había logrado hacerse respetar por ser el médico del pueblo y ser la esposa del jefe de la tribu, no obstante, Nanuk es otra historia.

Al regreso a su casa Yura conducía por una estrecha carretera cerca de su casa, en un punto de ese camino, un auto los golpeo provocando que el auto se girara varias veces quedando con las llantas arriba. La peor parte la había recibido Yura, estaba inconsciente y prensada con la lata del auto. Nanuk viajaba de la conciencia a la inconciencia; hasta que escucho la voz de su oso.

-Levántanos, Nanuk. No quiero morir sin mostrarme y tu madre necesita ayuda -Nanuk reaccionó y ante la necesidad dejo a su oso tomar el control.

Su oso emergió es un joven Kodiak. Se dirigió al lado del conductos a lo lejos vio a los tipos que habían ocasionado el accidente. Manak quería ir a destrozarlos, no obstante, Yura su madre necesitaba ayuda, así que guardo el olor de esos hombres, estos al mirarlo se volvieron a subir al auto y salieron huyendo del lugar.

Manak llevo a su madre al pequeño hospital del pueblo, dónde fue atendida. Yura no volvería a ser la misma. El joven Kodiak se marchó sin dejar rastro alguno.

Manak permitió que Nanuk tomara el control cerca de su casa, al llegar Tulok, se sorprendió al ver a su hijo desnudo.

-¿Dónde está tu madre, Nanuk? -Preguntó el padre preocupado.

-En el hospital... -Nanuk le contó a su padre lo sucedido, mientras llevaba dentro de la casa a su hijo.

Ocho años después era el día más importante de Nanuk y otros jóvenes más, era el día que su oso emergería y sería conocido por todos. Nanuk había crecido los últimos cuatro años, doblando su tamaño, ahora es un apuesto hombre de casi dos metros.

La anciana de la tribu danzaba y recitaba sus oraciones a los espíritus sagrados, los tambores cantaban su plegarias. Los tambores dejan de sonar, esa es la señal para que Manak, aparezca.

El cuerpo de Nanuk se estremecía, bajo la mirada asombrada de los presentes, solo sus padres sabían que el joven había logrado encontrar a su oso a los diez años.

Todo el mundo se sorprendió al ver al gran Kodiak, al más grande hasta el momento, incluso más grande que su padre.

-Yo soy Manak el oso de Nanuk -Logró decir.

Ganándose el respeto del pueblo.

Ganándose el respeto del pueblo

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La Perdición del KodiakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora