Capítulo 13

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Nanuk

Drake se había encargado de llamar a los refuerzos. Ellos vendrían por mar, mientras tanto, nosotros iríamos por tierra. Por suerte, los idiotas se habían dejado ver en el camino cuando arrastraban a Magena a la cajuela del auto. El cobarde de Zeb no había venido solo, era de imaginar. Descuartizaría a ese cobarde; traicionar de esa manera a su hermana no le merecería un final piadoso.

Ella tenía su corazón dividido, pensando en su hermano, y él la traiciona de esa manera. Solo espero que en su ceguera por la droga no la dañen, no lo soportaría... todos pagarán sin importar quiénes estén involucrados.

"Nanuk, siento el olor de la sangre de Magena. Los voy a despedazar si la lastimaron."

"Tranquilo, Manak. Dejaré que tú lo hagas, y más si fue Zeb quien lo hizo."

Manak está furioso y lo entiendo, yo también lo estoy. Cuando los encontremos, dejaré que él tome el control. Ahora entiendo a mi padre cuando ofenden a mi madre por no ser como nosotros.

Llegamos a una gasolinera y vemos a un grupo de policías y forenses, con una línea amarilla rodeando el área.

—¿Nos vamos a detener? —pregunta nerviosa Anika.

—Sigamos nuestro camino —sugiere Drake.

"Huelo la sangre de mi hembra aquí. Creo que debemos preguntar."

—Manak huele la sangre de Magena en el lugar —y antes de detenernos, la policía nos indica que debemos detenernos.

—Tranquilos, detente, Drake —le pido a mi amigo.

El oficial le ordena a Drake bajar la ventana de su lado. Anika hace lo mismo de su lado, y yo también bajo la mía cuando vemos que tres oficiales se acercan.

—¿Qué los trae por aquí? —pregunta el oficial.

—Nos dirigimos a la frontera —responde Drake.

Mientras observo la escena, veo el cuerpo de un hombre cubierto con una sábana cerca de la toma de combustible, y la marca de una mano ensangrentada.

"Esa es la marca de la mano de Magena. La han lastimado, Nanuk. Además, siento el olor de Zeb, dos hombres más y Magena."

"Yo también lo percibo, Manak. Debes tranquilizarte o la policía intervendrá y no podremos actuar."

"Está bien. Pero me los dejas a mí."

No le respondo. Drake contesta todas las preguntas de los policías, por lo que nos dejan continuar nuestro camino. Mi amigo conduce a velocidad moderada hasta que nos perdemos de vista, luego acelera a máxima velocidad.

—Olí la sangre de Magena en el lugar —comenta Anika.

—Nena, todos la olimos. Ellos pasaron por el lugar. Creo que les dio pelea, el hombre la defendió y lo mataron; también creo que ellos mataron a esos policías —teoriza Drake.

—Pon tu vista en la carretera —le ordeno, no sea que nos estrellemos.

En el camino, encontramos dos patrullas y sus ocupantes asesinados. Ellos los mataron.

—Están dejando un rastro —les digo.

Nos quedamos sin gasolina, así que aprovechamos para comunicarnos con los chicos. Tienen razón, no conocen a las personas que buscamos. Quedamos en que me encontraría con ellos a unos kilómetros de aquí, mientras Drake y Anika rastrean por tierra.

En el camino, tomamos nuestra forma animal, dejando que sean nuestros osos quienes sigan el rastro. En un claro, encontramos marcas de llantas que indicaban que habían estado ahí. Lo peor de todo fue encontrar los trozos de la ropa de mi mujer, manchados de sangre y semen.

La Perdición del KodiakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora