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La culpa

- cómo se sentiría - se burla cuando aparecemos en el departamento.
- me alegra que no preguntaras frente al chef - digo y se ríe.
- en serio, porque lo llaman atún gordo, eso es un poco humillante - comenta.
- no creo que atún obeso suene mejor - pienso en voz alta.
- aunque me guste mucho Tokio y Praga, una hamburguesa en East Village no está mal - señala dejando las bolsas con las compras.
- de que sirve tener poder si no puedo usarlo para pasear contigo Alec - me quejo.
- te tengo algo - dice acercándose con una bolsa pequeña en la mano.
- a mi - pregunto sorprendida.
- si, a ti, ábrelo - repite dejándolo en mis manos.

Lo abro y saco un amuleto chino, lanzo la bolsa cuando Alec se acerca.

- se supone que trae suerte y protección - explica alegre.
- gracias Alec, me encanta - sonrío - sigues sorprendiéndome - reconozco.
- para bien espero - comenta acercándose.

Se inclina para besarme pero se detiene al escuchar risitas de la habitación de Jace.

- y me quejaba de Magnus - bufo alejándome.
- hablare con Jace, no se quedará aquí para siempre - informa caminando en su dirección.
- no, nada que un poco de magia no pueda arreglar - sonrío y uso mi poder para encender la radio - todo bien - preguntó.

El asiente, tomo su mano y nos conduzco hacia el balcón, nos sentamos en el sofá y ahí el es el primero en besarme.

Durante nuestra sesión de besos, su teléfono sonó, se separa para revisarlo.

- maldición - se queja - debo irme - me mira preocupado.
- has tu trabajo Shadowhunter, yo no iré a ningún lado - aseguró.
- muy bien - se levanta para irse.

Escuché que entro al cuarto de Jace así que cuando una mujer salió de allí solo con una sábana hice aparecer su ropa y se la lancé.

- vístete y lárgate - ordeno con una sonrisa.
- yo no recibo órdenes de ninguna bruja - niega dejando la ropa en el piso.
- dado que estás en mi casa, tienes que obedecerme, así que no lo repetiré dos veces, o te vistes o te vas así - señalo la sábana que cubría su cuerpo.

Iba a replicar pero Alec salió del cuarto enojado, me dio una rápida mirada y se fue.

- te doy dos segundos - ordeno señalando la ropa en el piso.
- no puedes hacharme, soy la invitada de Jace solo él puede hacerlo - niega enojada.
- esta generación no le gusta escuchar - susurro y creo un portal - lleva a la calle, así que última oportunidad - menciono aburrida.

Ella toda roja del coraje recoge la ropa y traspasa el portal, sonrío satisfecha y me voy la vuelta para encontrar a Jace parado en la puerta mirándome mal.

- quieres seguirla, eres bienvenido - propongo abriendo de nuevo el portal.
- claro que no - niega.
- entonces cambia esa cara - indicó caminando hacia la cocina.
- qué te pasa, pensé que no molestaba si permanezco aquí - pregunta.
- Jace, tú no molestas, lo que nos molesta son tus visitas - responde Magnus apareciendo en la sala.
- qué tienen de malo - se queja.
- Jace, estás siendo infantil, mira que ocultarte aquí porque no quieres enfrentar a Clary - susurro y él se acerca a mi.
- no menciones su nombre - advierte.
- qué harás al respecto, ya no eres el Jace que conocía, ahora no podrías ni hacerme un rasguño - reto sin dejarme intimidar.
- eso no es necesario, ambos siéntense hay que comer - interviene Magnus.
- no te metas - grita Jace.
- es mejor que te controles, no se visita un psicólogo, habla con Isabelle o con un vampiro que se yo, pero más te vale volver a ser el de antes, porque si no terminas haciendo lo que Valentine quiere que seas, un hombre solitario y lleno de rabia y rencor - musito y camino para sentarme en la mesa de la cocina.

Hasta el fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora