Ale observaba a las aves en el cielo, sus ojos se movían al compás del vuelo de los pájaros.
Se sentía como en una nube de algodón, estaba totalmente relajada y su mente estaba en blanco.
Seguramente porque esa noche no había dormido nada.
Un portazo la hizo salir de su trance, un chico salió de la sala donde los habían citado. Ale estaba sentada en un sofá blanco realmente cómodo, entendía perfectamente el porque de este dato, pues, estar en el castillo de la reina por orden de ella no era muy tranquilizante.
Marki jugaba con sus dedos al lado de ella, el sofá no había hecho efecto en él y sus piernas estaban temblando como un flan.
-Markos Larín y Ale Minsk.- Un guardia pronunció sus nombres, los dos mencionados se levantaron del sofá silenciosamente y acudieron a la sala.
El guardia les abrió la puerta, Ale entró primero, luego se giró a ver a Marki el cual paró en la entrada, tragó saliva y repitió la misma acción que su compañera.
El guardia cerró la puerta detrás de ellos y luego le echó el pestillo.
Era una sala bastante grande del castillo de Jix, en el centro del reino. Sus paredes eran de ladrillo gris aunque tenían toques modernos, sin duda la arquitectura era extremadamente bonita. La sala constaba de una mesa alargada y unas sillas encantadoramente bonitas, eran de roble tallado y un asiento de almohada blanca que poseía un precioso encaje de rosas en los extremos.
La reina los esperaba en la otra punta de la mesa, tenía una taza de té verde pero esta vez llevaba un vestido de manga larga blanco con toques dorados, algo no muy usual en ella, los miraba con una expresión seria y les hizo un gesto para que fueran donde ella.
Los dos jóvenes caminaron hacia dos sillas que habían al lado de Jix.
-A mi te juro que me destierran, con esa cara por poco y no nos saca una pistola.- Le susurró al oído Marki a su amiga, Ale asintió, de acuerdo con la broma de su amigo (aunque él realmente lo dijo literal).
Los dos se sentaron al lado de la reina, Marki hizo una breve reverencia y su compañera solamente se sentó.
Jix cogió unos papeles que había encima de su mesa y los ordenó, luego miró a los dos presentes.
-¿Sabéis qué es esto?- Enseñó unas fotos impresas de las cámaras de seguridad donde salían ellos y se podían ver su caras perfectamente.
Los dos se miraron y la joven respondió.
-Siento lo sucedido, su majestad, fue una simple idea y no queríamos que nada de lo que pasó sucediera.- Jix pasó los papeles y los dejó en la mesa, luego miró a los dos jóvenes y le dirigió la palabra a Ale.
-Has interrumpido una interrogación muy importante, además que has metido a un chico no autorizado en los túneles y sabes que eso tendrá consecuencias graves, no he pasado por alto el hecho de que has intentado ir a comunicarte con el rehén como muestran las cámaras de la sala p de interrogación, pero tu compañero, Markos Larín, te lo impidió.- Ale asintió, cabizbaja.
-Tendrás restingida la entrada a los túneles durante cinco meses, tu huella dactilar no será detectada durante ese periodo, así que no lo intentes.- Jix se aclaró la garganta y continuó con la conversación.
-También ahora no te acompañará Marki, te he asignado un nuevo guardia.- Ale no se esperaba eso, levantó la cabeza y se opuso rotundamente.
-¿Qué? Ni hablar, es con la única persona del reino con la que hablo.- Jix dejó de mirar los papeles para pasar a mirar a Ale, a la joven le recorrió un escalofrío, realmente daba miedo sin siquiera levantarse las gafas de sol, sentía como su mirada le atravesaba sin mirarla directamente, su aura de superioridad le rodeaba sin escapatoria, solo le quedaba ceder, así que volvió a bajar la cabeza.
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Contra el adversario
FantasyJix, la reina de Ankersia, inicia su travesía para poder encontrar a aquel que destruyó su juventud, y para llegar a ello hará lo que haga falta, incluso encarcelar y torturar a un antiguo amigo del causante de varias desgracias en su vida. Pese a...